1. Buscar las debilidades del rival, controlar la mierda que
le pueda perjudicar y soltarla en el momento adecuado.
2. Hacer que su protegido parezca un dechado de virtudes.
Sacarlo en un video en el que se le ve correr unos metros y acariciar a un perro durante siete segundos segundos, todo con una enorme sonrisa (la narrativa
cinematográfica hace tiempo que descubrió que, mediante la elipsis, el montador
o editor de video puede hacer que dos minutos parezcan siete horas). Enviar ese
video a todos los medios para que lo difundan. (El mensaje que recibirá el
ciudadano al ver a un presidente sonriente que corre y acaricia a un perro será
que nos encontramos frente a un hombre que cuida su salud y ama a los animales.
No se trata de que sea verdad sino de que lo parezca).
3. Mandar grabar otros videos cortos en los que se vea al
presidente en una oficina limpia y ordenada, despachando con un colaborador—preferentemente
mujer— para simular que está trabajando. Hacer lo mismo subido en un avión, con
gafas de sol, imitando una foto de Kennedy. (Mensaje que recibe el ciudadano:
Pedro Sánchez, el nuevo Kennedy español).
4. Acumular toda la mierda que se pueda de quien le paga
hoy, porque puede ser el rival de quien
le pague mañana. (Un mercenario no tiene moral ni escrúpulos: ayer podía
recomendar a un tal Albiol del PP que hay que barrer Badalona y eliminar toda
la mugre de los inmigrantes y hoy, a su nuevo patrón, todo lo contrario: acoger a unos pobres
inmigrantes a bordo de un barco a la deriva).
5. Contestar cuando le pidan explicaciones: No es nada
personal, es solo trabajo. (Un trabajo de mierda, pagado con dinero público,
habría que replicarle).
Evaristo Torres Olivas
1 comentario:
Faltan calificativos para quienes desempeñan estos "trabajos"...
Publicar un comentario