“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 22 de junio de 2018

La eterna media docena

Una de las cosas que más sorprende de los partidos políticos es que todos proclaman tener miles de militantes, gente preparada y con experiencia, pero a la hora de repartirse los cargos retribuidos  importantes, se los quedan entre media docena, siempre los mismos. O bien se agarran a un puesto o bien van rotando de uno a otro hasta que se jubilan. Rara vez vuelven a ejercer su profesión, si es que la tienen. Tomemos el ejemplo del PSOE en Teruel. Gerardo Torres, seis legislaturas de diputado en Madrid. Javier Velasco, un ingeniero técnico agrícola que un día decidió subirse a la burra de la política y no se bajó hasta que se jubiló. Alcalde, diputado, consejero. Le daba lo mismo Presidencia que Obras Públicas o Universidades. De todo menos de lo que se supone que sabía algo, de Agricultura. Vicente Guillén, que un día dejó la secretaría del ayuntamiento de Celadas, le cogió gusto a la política bien retribuida y hala, jefe de Gabinete, senador, diputado nacional, autonómico, consejero y lo que le echen, hasta que pueda recibir la pensión máxima sin volver a pisar el despacho de secretario de Celadas. Antonio Arrufat, el veterinario de La Cerollera que decidió iniciar la larga marcha por las instituciones y lo mismo sirve para senador que presidente de la Diputación que delegado del Gobierno de Aragón. Mayte Pérez, polivalente,  desde diputada autonómica a directora general de Vivienda, aspirante a alcaldesa, concejala y consejera. Seguramente también querrá jubilarse en algún cargo rimbombante, tal vez de presidenta de Aragón o de ministra de algo, da lo mismo de qué. José Ramón Morro, lo acaban de nombrar subdelegado del Gobierno, cuando ya había sido secretario de la subdelegada, y era hasta ahora concejal y portavoz del PSOE en el ayuntamiento de Teruel. Salvo alguna excepción, ninguno tiene una trayectoria importante en su profesión antes de dedicarse a la política. Ninguno tiene los conocimientos de idiomas e informáticos ni otros de los requisitos que le exigen a cualquier joven para poder archivar papeles en una oscura oficina por seiscientos euros al mes. Pero algunos otros conocimientos deben de tener, seguro. Adivinen cuáles. Otro día hablaremos de los recorre cargos del PP, con Pobo y Blasco a la cabeza.

Evaristo Torres Olivas  

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