“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 9 de marzo de 2018

Discriminación (1)

Una vez finalizada la exitosas y necesarias huelga y manifestaciones de las mujeres, voy a dedicar unas cuantas columnas a dar mi opinión sobre la discriminación de las mujeres y otras discriminaciones. Las personas nos diferenciamos por muchos motivos: ricos y pobres, mujeres y hombres, jóvenes y viejos, blancos y negros, cristianos y musulmanes, del norte y del sur, de izquierdas y de derechas, y algunas otras más. En función de cómo se combinen las diferentes categorías, el nivel de discriminación es diferente. Incluso hay una categoría que da igual con qué se combine y apenas sufre discriminación: ser rico. Si eres rico da igual que seas hombre o mujer, Emilio Botín o Patricia Botín, Esther Koplowitz o Florentino Pérez, que seas blanca o negro, Susanne Klatten o Alhaji Aliko Dangote, etc. Si eres lo contrario de rico, pobre, se   te ponen las cosas más difíciles y, además,  conforme le vas añadiendo categorías,  todo se complica: mujer pobre es peor que hombre pobre; mujer pobre y blanca no es tan malo como mujer pobre y negra. Si este último es tu caso, te expones a que te vendan, te violen, te rebanen el clítoris, te lapiden, te decapiten o te arrojen a la pira si tu marido muere antes que tú. No sé si en la prehistoria ha habido sociedades matriarcales o igualitarias, pero en todas las épocas históricas documentadas, en todas las civilizaciones, las mujeres han sido ignoradas. También el 99 por ciento de los hombres, pero el hecho de que los protagonistas que aparecen en los libros de historia (escritos por hombres) sean casi todos hombres lleva a muchos a pensar que todo hombre es superior a la mujer. Esto de atribuirse unos méritos que no le corresponden es algo muy humano: si nuestro equipo de fútbol gana un partido, decimos que hemos ganado, aunque nuestra contribución al triunfo haya consistido en ver el partido tumbados en el sofá y vaciar una caja de cervezas; o si un escritor o escritora (nunca ha sucedido) recibe el Nobel de Literatura,  decimos que nos han dado el Nobel, aunque nunca hayamos escrito nada. En definitiva, que la historia la han escrito, y la escriben, un puñado de hombres blancos. Y quien escribe un relato,  se atribuye el papel de protagonista, del bueno de la historia, y asigna a la mujer un papel de relleno, de reparto. O la ignora completamente.

Evaristo Torres Olivas

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