La libertad de expresión es uno de los pilares fundamentales
de una democracia. Sin libertad de expresión no hay democracia. Pero poder
expresarse libremente también exige una responsabilidad, especialmente por
parte de los políticos y de los medios de comunicación. Los primeros porque les
damos nuestra confianza para representarnos y deberían tener como principal
objetivo la honestidad y el rigor; los segundos porque con sus informaciones y
opiniones ayudan a los ciudadanos y ciudadanas a elegir a los políticos que les
representen. Sin embargo, la realidad es que tanto unos como otros abusan de la
libertad de expresión para manipular y falsear los hechos. El resultado: la
ciudadanía desconfía de la prensa y de los políticos y la democracia se
deteriora. Veamos unos ejemplos recientes, al hilo del conflicto entre Cataluña
y España. La intoxicación informativa y de los políticos es un hecho. El
periodista Luis Algorri, en la revista Tiempo afirma que el 1 de octubre la
policía no se excedió en Barcelona y apunta que “solo cuatro personas de los
“ochocientos heridos” (lo pone entre comillas) fueron atendidas en hospitales”.
Vicenç Navarro, en un artículo en Público, escribe que “la Policía Nacional, con su brutalidad, produjo casi 900 personas
que necesitaron asistencia sanitaria”. Ochocientos no es lo mismo que
novecientos, no excederse no es lo mismo que actuar con brutalidad, cuatro
atendidos en hospitales no es lo mismo que novecientos que necesitaron
asistencia sanitaria. En el mismo artículo, Navarro acusa al Diario El País de
fabricar falsedades sobre Podemos y su supuesto independentismo. Cita un
artículo de la periodista Gabriela Cañas en el que esta afirma que Pablo
Iglesias gritó “¡Visca Catalunya lliure” en la última Diada. Asegura Navarro
que él estuvo en primera fila en esa convocatoria y jura que Iglesias no dijo
esa frase sino solamente “Visca
Catalunya”. Basta buscar en Internet el discurso (desde el minuto 12 al 13) para comprobar que
Pablo Iglesias sí gritó esas palabras. Pero también es cierto que la periodista omite las palabras de Iglesias al final de su intervención (a partir del minutos 23): “Nos gustaría que la nación catalana construyera un proyecto
colectivo con el resto de pueblos y naciones de España". Estos ejemplos son solo una mínima parte
de la manipulación a la que nos someten los políticos y los medios de
comunicación y la razón por la cual la ciudadanía cada vez confía menos en
ellos. Una democracia no se construye con propaganda y mentiras.
lunes, 6 de noviembre de 2017
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