José Bono, el exministro de Defensa, expresidente del
Congreso, el que se hizo un retrato que costó 82 000 euros pagados con el dinero
del contribuyente, el católico,
apostólico y romano, amigo de obispos y cardenales, el coqueto socialista que
se ha gastado una fortuna en implantes capilares, es una mala persona. Muy mala.
Es mentiroso y manipulador. Se puede discrepar del oponente, criticar duramente
al adversario político, pero basándose en lo que ese oponente dice o hace, no
inventándoselo. En una entrevista en la televisión, José Bono ha manipulado un
video para hacer creer a la gente que Pablo Iglesias es una persona que reniega
de España y de la bandera española, cuando si se escucha el video completo—un vídeo
del año 2013, cuando Podemos ni siquiera existía—, Iglesias dice únicamente que
la derecha se ha apropiado de la identidad de España y de la bandera. Hace
falta ser de muy mala calaña para tergiversar de esa manera lo que dice un
oponente con el único propósito de denigrarle. Demuestra Bono, él que presume
de católico, que el mandamiento ese de no mentirás ni levantarás falsos
testimonios no es algo que le inspire demasiado. Y también demuestra que no era
digno de ocupar los puestos de responsabilidad que ha ocupado durante muchos
años. Ni tampoco de que un cuadro suyo, que costó lo que muchísimos españoles
no ganan en cinco años de trabajo, cuelgue en las paredes del Congreso de los
Diputados. José Bono merece figurar en un lugar destacado en el museo de la
infamia, pero no con un retrato de muchos miles de euros, ni siquiera con una
instantánea de fotomatón. Un retrato vulgar hecho con cuatro brochazos sería
suficiente. No se merece otra cosa. Cuesta creer que un personaje como él, que
ha ocupado durante seis legislaturas la presidencia de Castilla-La Mancha, que
ha sido la segunda autoridad del Estado y ministro de Defensa, y que además ha
acumulado un patrimonio nada despreciable, tenga que recurrir a sucias artimañas
para criticar al adversario. José Bono es uno de esos políticos que ensucian la
marca España y su bandera. Por muy trajeado y repeinado que vaya.
Evaristo Torres Olivas
1 comentario:
Creo que como calificativo, meapilas, monaguillo y de DERECHAS.
Nuestra incultura política, le ha permitido medrar en tierra de nadie.
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