“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 14 de julio de 2017

Mala praxis

En algunas profesiones, la mala praxis puede tener consecuencias graves. Si un médico, por acción u omisión, no sigue los protocolos establecidos, actúa con negligencia, diagnostica saltándose pruebas recomendadas, y el resultado tiene consecuencias indeseables para el enfermo, su carrera puede verse seriamente afectada, incluso podría perder el derecho a ejercer su profesión. Lo mismo le puede suceder a un ingeniero al que se le cae un puente, a un juez que prevarica o a quien carga un barco con más toneladas de las permitidas. Sin embargo, en otras profesiones, las malas prácticas, saltarse las normas más elementales, los códigos deontológicos, la ética o simplemente la decencia y el sentido común es algo perfectamente tolerado y no trae ninguna consecuencia para quien las practica. El periodismo, por ejemplo. Se puede mentir, manipular y tergiversar sin que el periodista mentiroso, manipulador y tergiversador sea castigado; al contrario, puede verse recompensado por obedecer lo que los dueños de su medio le han indicado. Veamos un ejemplo de hace unos días. La agencia EFE—cuyo mayor accionista es el Estado—publica un video con estas imágenes y en este orden: varios planos generales y medios del Congreso en el que aparecen los diputados del PP, la hermana de Miguel Ángel Blanco y Rajoy, entre otros muchos,  de pie y con semblante serio, durante el minuto de silencio por el asesinato a manos de ETA, hace veinte años, del concejal del PP en Ermua. A continuación, un plano medio de Irene Montero y Pablo Iglesias, sentados en su escaño y tronchándose de risa. No hace falta haber leído las enseñanzas de Eisenstein, Vertov y otros cineastas soviéticos para saber que si aparece primero la imagen de un niño triste, después la imagen de un pastel y finalmente la imagen del mismo niño con una sonrisa enorme, el espectador deduce que el chico tenía hambre, se ha comido un pastel y está la mar de contento; por el contrario, si el orden de las imágenes es primero el chico contento, después el pastel y en tercer lugar el chico triste, la conclusión es que haberse comido el pastel le ha  sentado como un tiro. Lo que han hecho en EFE es una manipulación intolerable, dando a entender que el secretario general de Podemos y la portavoz se han reído del homenaje a Miguel Ángel Blanco, cuando la realidad es que han participado en el homenaje, de pie y respetuosamente como el resto de los diputados, y las imágenes de la risa corresponden a otro momento de la sesión parlamentaria. Esa mala praxis profesional no va a tener ninguna consecuencia. Tal vez los jefes de EFE recompensen a los periodistas responsables de semejante falta de ética profesional.

Evaristo Torres Olivas

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