En algunas profesiones, la mala praxis puede tener
consecuencias graves. Si un médico, por acción u omisión,
no sigue los protocolos establecidos, actúa con negligencia, diagnostica
saltándose pruebas recomendadas, y el resultado tiene consecuencias indeseables
para el enfermo, su carrera puede verse seriamente afectada, incluso podría
perder el derecho a ejercer su profesión. Lo mismo le puede suceder a un
ingeniero al que se le cae un puente, a un juez que prevarica o a quien carga
un barco con más toneladas de las permitidas. Sin embargo, en otras
profesiones, las malas prácticas, saltarse las normas más elementales, los
códigos deontológicos, la ética o simplemente la decencia y el sentido común es
algo perfectamente tolerado y no trae ninguna consecuencia para quien las
practica. El periodismo, por ejemplo. Se puede mentir, manipular y tergiversar
sin que el periodista mentiroso, manipulador y tergiversador sea castigado; al
contrario, puede verse recompensado por obedecer lo que los dueños de su medio
le han indicado. Veamos un ejemplo de hace unos días. La agencia EFE—cuyo
mayor accionista es el Estado—publica un video con estas imágenes y en este
orden: varios planos generales y medios del Congreso en el que aparecen los
diputados del PP, la hermana de Miguel Ángel Blanco y Rajoy, entre otros muchos,
de pie y con semblante serio, durante el
minuto de silencio por el asesinato a manos de ETA, hace veinte años, del concejal
del PP en Ermua. A continuación, un plano medio de Irene Montero y Pablo
Iglesias, sentados en su escaño y tronchándose de risa. No hace falta haber leído
las enseñanzas de Eisenstein, Vertov y otros cineastas soviéticos para saber
que si aparece primero la imagen de un niño triste, después la imagen de un
pastel y finalmente la imagen del mismo niño con una sonrisa enorme, el
espectador deduce que el chico tenía hambre, se ha comido un pastel y está la
mar de contento; por el contrario, si el orden de las imágenes es primero el
chico contento, después el pastel y en tercer lugar el chico triste, la
conclusión es que haberse comido el pastel le ha sentado como un tiro. Lo que han hecho en EFE
es una manipulación intolerable, dando a entender que el secretario general de
Podemos y la portavoz se han reído del homenaje a Miguel Ángel Blanco, cuando
la realidad es que han participado en el homenaje, de pie y respetuosamente
como el resto de los diputados, y las imágenes de la risa corresponden a otro
momento de la sesión parlamentaria. Esa mala praxis profesional no va a tener
ninguna consecuencia. Tal vez los jefes de EFE recompensen a los periodistas
responsables de semejante falta de ética profesional.
Evaristo Torres Olivas
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