“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 31 de julio de 2017

La obediencia debida

Con motivo del XXV Aniversario de Barcelona'92, la judoca Miriam Blasco, primera española en conseguir una medalla de oro, declaraba que lleva veintidós  años con su pareja, y rival en la final olímpica, Nicola Fairbrother. De esos veintidós años, “casadas uno y pico”. Una bonita historia de amor, pensarán muchos. Y de hipocresía, añado yo. Blasco, tras retirarse de la competición, fue senadora del PP. Y votó contra el matrimonio homosexual. ¡Manda huevos!, que diría otro ilustre miembro destacado del PP y del Opus Dei, Federico Trillo, el mismo que gritó ¡Viva Honduras! en una visita a El Salvador; y el mismo que era ministro cuando se produjo la tragedia del Yak-42 y se falsificaron las identificaciones de 30 de los 62 fallecidos. Del mismo partido es también Francisco Álvarez Cascos, que se opuso a la ley del divorcio porque “la familia es indivisible” y ya va por su tercer matrimonio. Miriam Blasco dice ahora, cuando ya tiene asegurada la pensión máxima: «Voté en contra del matrimonio igualitario por disciplina, pero mucha gente del PP es homosexual». A buenas horas, mangas verdes. La disciplina y la obediencia debida se han utilizado y se utilizan como excusas para quitarse de encima toda responsabilidad en acciones vergonzosas. Por disciplina y obediencia se han cometido las mayores atrocidades. Una persona honesta no debería apoyar causas que van en contra de la dignidad o de los derechos humanos. No se puede apoyar el racismo, la violencia,  y la homofobia alegando disciplina. Si Miriam Blasco está casada con una mujer, cuando su partido le pidió que se opusiera a los matrimonios homosexuales, debería haber practicado la desobediencia clarividente en lugar de la obediencia ciega. O dimitir. Todo lo demás son milongas. Se dice que la práctica del deporte desarrolla valores que nos hacen mejores personas, pero no deja de tener algunas excepciones como es el caso de Miriam Blasco. En el deporte ha conseguido medallas doradas, muchas victorias por ippon y ascensos a lo más alto del podio. Pero fuera del deporte ha alcanzado “las más elevadas cimas de la miseria” humana: traicionar a los suyos.

Evaristo Torres Olivas

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