Hay algo que no deja de asombrarme: la magia que tienen las
elecciones para convertir a los políticos en genios. Imaginemos a una persona,
hombre o mujer, que antes de dedicarse a la política no era experto en nada o
lo era en una materia determinada: pongamos que en física, derecho, educación o medicina. Del resto de áreas tenía
el conocimiento que posee un ciudadano medio. Bien, pues basta que tenga un
cargo en un partido, le coloquen en una lista electoral y sea elegido para que
por arte de birlibirloque, por ciencia infusa o por vaya usted a saber, de la
noche a la mañana se convierta en un experto en todo. Más rápido que Froilán de
Todos los Santos, que en tres años ha pasado de repetir tres veces segundo de
la ESO a la universidad. Todo esto viene a cuento porque la semana pasada se
celebró en Cádiz la tercera edición de la Universidad de Verano de Podemos.
Proyecciones de documentales, debates, talleres, clases magistrales en torno al
lema general de Comunicación, poder y democracia. Con ponentes de prestigio: Boaventura de
Sousa, Manuel Castells, y otros. También muchos buenos periodistas como
Gregorio Morán, Fernando Berlín, Cristina Fallarás, Pepa Blanes, Esther
Palomera, Olga Rodríguez. Y algunos políticos de Podemos que han hablado sobre
asuntos que dominan. Pero a otros les han puesto a impartir talleres y charlas
sobre temas de los que tienen la misma noción que cualquier ciudadano. Los han incluido
simplemente porque son políticos. Echenique, por ejemplo. Le enfrentan en un cara
a cara a Pepa Blanes, periodista especializada en cine y series, en un
encuentro que titulan La(s) serie(s) que
necesitamos. Cuando se asiste a un evento, una conferencia, un curso
universitario, uno espera que quien habla sea experto en la materia. Nadie paga
ni se desplaza para escuchar a un
profano hablar de la expansión acelerada del universo o los nuevos avances en
neurocirugía porque con lo único que puede encontrarse es con lugares comunes,
generalidades, simplezas. Pero algunos políticos creen que saben de todo y la
gente se muere de ganas de escucharles. A eso se le llama endiosamiento,
altivez, soberbia.
Evaristo Torres Olivas
No sería mala idea que este autobús pasara delante de las sedes de los partidos para recordarles que son mortales
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