“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 11 de julio de 2017

Echa mierda que algo queda

Suelo desconfiar de quienes cambian de opinión y de ideología con la misma facilidad que cambian de camisa, de pareja de baile  o de compañero de guiñote. A lo mejor soy un fanático como dice Benjamín Prado en una reciente entrevista: “Creo que la coherencia es de fanáticos. La gente que durante toda su vida es coherente con una postura, con una idea, suele acabar en el autoritarismo”. Puede ser, pero diría que depende de la magnitud del cambio de opinión. No es lo mismo pasar de  apoyar a Alianza Popular y hacerlo a UCD, o votar a Carrillo y después a Felipe, que pasar del neofascismo al neocomunismo, de Fraga a Podemos, o de escribir en Mundo Obrero a hacerlo en La Razón. Por ponerle nombre y cara a lo anterior, mencionaré a Jorge Verstrynge entre los que han pasado de Manuel Fraga a Pablo Iglesias de Podemos, y al periodista Antonio Pérez Henares, que a lo largo de los años ha pasado de escribir en Mundo Obrero a hacerlo en La Razón. Ahora, como todólogo, recorre las tertulias de las radios y televisiones echando mierda sobre IU y Podemos. En una columna del Diario de Teruel de hoy, 11 de julio, Pérez Henares arremete contra los dirigentes de Podemos tachándolos de proetarras, filoetarras y de compartir las tácticas y estrategias de los terroristas. Conozco a mucha gente de Podemos y de IU, con algunos he mantenido y mantengo grandes discrepancias, los he criticado y me han eliminado de los grupos de Telegram en los que participaba y de sus cuentas de Facebook, pero ni uno solo ha manifestado su adhesión a los métodos de ETA ni ha dejado de condenar la violencia terrorista. Se pregunta Pérez Henares dónde estaban Monedero en 1997 cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco, si “junto a todos los que en verdad creen y respetan los Derechos Humanos y el derecho a la vida, o escondidos en sus covachas, callados y rumiando como sus amigos filoetarras”. Este tipo de preguntas retóricas son impropias de un periodista y solo demuestran la maldad y la intención de ofender de Pérez Henares. Yo no sé dónde estaban Monedero, Bescansa e Iglesias en 1997, pero sí sé dónde estaba yo: en las manifestaciones de repulsa al asesinato de Miguel Ángel Blanco. Y junto a mí, mucha gente de todos los partidos. Y también mis amigos de Izquierda Unida, partido al que yo votaba entonces. Las asquerosas acusaciones de Antonio Pérez Henares pertenecen a la nueva moda de la posverdad. O a lo que toda la vida se ha llamado manipulación y propaganda, al echa mierda que algo queda.

Evaristo Torres Olivas

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