Hoy voy a hablar de Susana Díaz. No es la primera ni la
última vez. Esta señora tiene la habilidad de conseguir indignarme cada vez que
la escucho. En la última semana la he escuchado en el debate con los otros dos
que se presentan a las primarias y la he escuchado cuando cuenta, con esa
capacidad de análisis que la caracteriza, que la gente que llenó las plazas en el 2011 se cabreó con los socialistas “porque
pensaban que tendrían su casita en la playa”. Añade la presidenta andaluza que creían
que “iban a conseguir que sus chavales fueran a la universidad y que además
tuvieran un máster”. Y como no fue así, los muy cabrones se cabrearon. Y es
que, como se ha repetido mil veces por los que nos han estado robando a manos
llenas, los ciudadanos hemos estado viviendo por encima de nuestras
posibilidades. Además de la casita en la playa y el máster, queríamos comer
todos los días y tener un trabajo decente. Y eso es de avariciosos, de gente
egoísta que cree que la riqueza llueve del cielo y que por el mero hecho de ser
persona ya se tiene derecho a todo. Y no es así. Miren el ejemplo de doña
Susana. Si tiene pisos y salario muy por encima de sus capacidades, es porque
milita en el PSOE desde los 17 años y se ha esforzado en no trabajar en nada más.
Su marido, “el tieso” no se ha gastado un duro en másteres sino que su nómina
se pagaba con los cursos que la Junta de Andalucía subvencionaba. Eso sí
que es apretarse el cinturón y guardar para el mañana. O miren el ejemplo de
Felipe González, que de la vaquería de sus padres se hizo abogado laboralista y
presidente del Gobierno para defender a los trabajadores, a los más necesitados.
¿Tiene una casita en la playa? No. Lo que tiene es una mansión. Y unos ingresos
para pagarles la universidad y los másteres a dos docenas de hijos y cuatro de
nietos. ¿Y sigue defendiendo a los más necesitados? Sí, en eso no ha cambiado.
Los consejos de administración de algunas empresas o los millonarios de algunos
países lo necesitan para defender sus intereses y sus privilegios. Susana y
Felipe, dos ejemplos de personas que nunca formarán parte de los indignados que acuden a las
playas para tener una casita en la playa o enviar a sus hijos a estudiar. Ya
tienen de todo y en abundancia. Unos socialistas ejemplares.
jueves, 18 de mayo de 2017
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