Después de más de tres meses de ausencia, vuelvo al blog
para dar mi opinión sobre la actualidad. Inauguro con esta primera columna una
nueva etiqueta con el título de Sin pelos en la lengua. Algunos amigos, no más
de media docena (no decenas, ni cientos ni miles) me han comentado que echan de
menos mis tonterías. Ese pequeño estímulo ha sido suficiente para vencer la
pereza y sacarme del letargo. Aunque con la nueva etiqueta de Sin pelos en la
lengua presuma de decir lo que pienso sin florituras, habré de tener cuidado de
no hacer chistes sobre Carrero Blanco ni difundir carteles de Carnaval en los
que aparezca el papa con una copa de vino en la mano y la nariz colorada. Sobre
esos temas, chitón. O tal vez no.
Después de este introito para justificar mi galbana, hablaremos hoy de las
procesiones de Teruel capital. El pasado sábado, camino del parking de la estación de trenes,
me tropecé con una procesión. Que la gente toque el tambor, recorra las calles
con la imagen de un santo al hombro, se
ponga capirote, túnica o sambenito, cadenas en los pies o se dé latigazos en la
espalda me parece bien, aunque me moleste porque atascan las calles durante
horas. Lo que no me parece tan bien es lo que vi el sábado. Junto a las
autoridades eclesiásticas, con sus uniformes, aparecían las autoridades
militares, también con sus uniformes y su medallero al pecho, el subdelegado
del Gobierno central, la alcaldesa y varios concejales del PP, igualmente con
sus mantillas y sus trajes. Que los obispos y los curas encabecen la comitiva
de una procesión es esperable, pero que les acompañen los militares y los políticos
es, desde mi punto de vista, inaceptable. Los políticos y los militares pueden
ir a las procesiones que les la gana, a
título individual y mezclados entre la gente. Pero en un estado democrático y
aconfesional, los miembros de las instituciones del estado deben limitarse a
ejercer las funciones para las que han sido elegidos, en el caso de los
políticos, o que son las propias de su profesión, en el caso de los militares, y
tanto unos como los otros, de acuerdo con la Constitución. Y la Constitución no exige que los militares y los políticos nos representen en las procesiones
religiosas. Ni al obispo que sujete la pancarta en las manifestaciones para la mejora del tren en la provincia. De hecho, no lo hace nunca.
Evaristo Torres Olivas
El PP al completo, en primera fila, en el pregón de la Semana Santa 2017
3 comentarios:
Bienvenido de nuevo, Evaristo. Y somos muchos más los que te echábamos de menos, lirián.
Yo imaginaba que estabas delicado de salud... si sólo era descanso y tranquilidad, ningún problema.
Bienvenido de nuevo. Se te echaba de menos.
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