“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 28 de abril de 2017

Los dragones de Teruel

En alguna otra columna de hace unos años ya dije que Javier Sierra no es uno de mis autores favoritos, pero no porque sea buen o mal escritor sino porque los temas de sus libros no me interesan nada. No me interesa Sierra como tampoco me interesa Iker Jiménez. Pero a muchos millones de lectores sí les gustan los libros de Javier. Uno de ellos, La cena secreta,  ha sido editado en 42 idiomas y ha vendido más de tres millones de copias, según leo en la Wikipedia. Javier Sierra es un hombre rico, por méritos propios. Tiene cara y modales de buena persona, es políticamente correcto. El hijo que muchos padres quisieran tener y el perfecto yerno. El pasado 23 de abril, la Diputación de Teruel le entregó la Cruz de San Jorge. En su discurso, con pretensiones de erudición hablando de dragones,  dijo unas tontadas del tamaño del dragón más grande y feroz que la mitología haya imaginado y representado. De todas ellas destaca una que pretende ser la solución a las penurias que sufre la provincia de Teruel, la receta para combatir a todos los dragones que nos acechan: “Sacar los coches antiguos de principios de siglo cubiertos de paja que tenemos en los garajes y los relojes por los que una casa de subastas de Madrid pagaría decenas de miles de euros”. Escuchen este  video desde el minutos 8 hasta el10:30  y comprobarán que con traje, corbata, buena pronunciación y  carita de bueno se pueden decir majaderías enormes. Si esa ha de ser la solución para Teruel, yo propongo que se complemente con algunas otras actividades. Por ejemplo, impartir talleres prácticos de labranza con arado romano y mulos en primavera; para el verano, segar a “corbella”; en otoño, vendimia y pisado de uva; y en invierno, matanza del gorrino. Si somos capaces, con la ayuda de Javier Sierra, la Cámara de Comercio y la Fundación Bodas de Isabel de difundir estas actividades en las grandes ciudades españolas y del resto del mundo, la economía de Teruel crecerá más rápido que la china de los últimos veinte años. Con solo que lo mencione Sierra en uno de sus libros, ya tenemos tres millones de visitantes potenciales.

Evaristo Torres Olivas

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