Ayer hablaba de unas monjas de la orden de las Hermanitas de
los Ancianos Desamparados. También las hay que se llaman Hermanitas de los
Pobres o Hermanitas de la Caridad. Puestas a utilizar tanto diminutivo, no sé
por qué no dicen que son hermanitas de los ancianitos desamparaditos o de los
pobrecicos. Bromas aparte, considero que el abuso de los diminutivos,
especialmente cuando se habla entre adultos, es, además de una ñoñería y una cursilada, una
infantilización innecesaria del lenguaje. Cuando el tema de conversación son los niños,
el edulcoramiento produce náuseas. Puedo entender que al hablar de un niño, de
un bebé, se diga que tiene boquita,
naricita y piececitos, porque
efectivamente, comparados con la boca (o bocaza), la napia y los pinreles de un adulto, los de un niño son más pequeños.
Pero no entiendo que una madre o un padre nos cuenten que su criatura cumple
siete mesecitos o una añito, como si los meses de un bebé duraran una semana y
los años de un niño, cincuenta y dos días. Con cierta frecuencia, me encuentro en las
redes sociales a padres irresponsables, que además de decirnos dónde viven y a
qué colegios van sus hijos, cuelgan
fotos de sus criaturas y escriben textos como este: Hoy Claudita cumple tres añitos, ha soplado las
velitas en compañía de sus papis, abuelitos y primitos. Ha recibido muchos
regalitos y le han dado muchos, muchos besitos. También se utilizan los
diminutivos o se reduce el tamaño o la cantidad para referirse a las palabras
escatológicas, desagradables y para comunicar malas noticias. La caca así se
convierte en caquita, el pene en colita,
un tumor en un pequeño tumor y una raja hasta el ombligo en una pequeña
incisión. Claro que, puesto a elegir, son preferibles los diminutivos a los
eufemismos. O tal vez no. No sabría decir si es preferible un ligero
decrecimiento o un crecimiento negativo, si es mejor decir unos pocos despidos
o un redimensionamiento de la plantilla. Si uno lo piensa un poco, tanto los
unos como los otros se utilizan para lo mismo, para engañar, para enmascarar la
realidad. Porque, se llame como se
llame, si te despiden, te encuentras en la puta calle.
Evaristo Torres
Olivas
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