Evaristo Torres Olivas
martes, 2 de junio de 2015
Los himnos, la exaltación nacional y las mallas ajustadas
Cuando la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual, que
la música militar nunca me supo levantar. Eso cantaba Paco Ibañez en la
traducción de La mauvaise reputation
de Brassens. Cuando hace cuarenta años yo tenía veinte años y el cerebro de un
mosquito, a esa letra le añadía un pronombre y cantaba todo ufano que la música
militar nunca me la supo levantar. Cosas de la edad. Pero la verdad es que con
pronombre o sin él, la música militar, los himnos y las exaltaciones
patrioteras y nacionalistas me traen sin cuidado. Podría decir que me la traen floja o me la
sudan, pero demostraría que en cuarenta años mi cerebro de mosquito no ha
evolucionado. Reivindico mi derecho a reírme de cualquier manifestación de este
tipo, ya sea patriótica, folklórica o religiosa. Todo esto viene a cuento por lo
de pitar al himno nacional durante un partido de fútbol. A mí me parece bien
que la gente abuchee un himno que, como dice David Torres en una columna, es,
entre otras cosas, feo de cojones. Pero por la misma razón también me parece
bien que nadie se ofenda si digo que la sardana de los catalanes a mí me parece
el baile del corro de la patata o que no veo muchas diferencias entre un vasco
bailando el aurresku y Bruce Lee levantando la pata en una peli de chinos. Y
puestos a criticar lo de aquí, las jotas esas de que la virgen no quiere ser
francesa o que es de España y sus
regiones Aragón la más famosa, porque aquí se halla la virgen y aquí se canta
la jota, a mí me hacen revolcarme por el suelo de risa. La libertad es eso, que
cada uno diga lo que le dé la gana. Con ciertos límites, claro. No es lo mismo
abuchear un himno en un campo de fútbol, cuando a lo que se va es a ver un
partido y no a escuchar himnos, que montar el cirio en un encuentro de forofos
de la sardana o un festival de jotas. Si no te gusta ni la sardana ni la jota,
no vayas a tocarle las narices a quienes disfrutan con esas actividades. Finalmente,
que uno se ría de ciertas cosas también implica que los demás se puedan reír de
uno: por ejemplo cuando algunos que se dicen mis amigos se encanaban y les
brotaban lágrimas como puños aquel día de verano (cuando pesaba 104 kilos) que
aparecí con unas mallas ajustadas para hacer un recorrido de menos de dos
kilómetros en bicicleta y a continuación bebernos cinco cervezas cada uno.
Etiquetas:
A samugazos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
¿Qué era más patriótico, el himno o el abucheo?
Ni himnos, ni abucheos, ni vivas, ni exhibición de banderas, ni soflamas, ni historias... Lo más patriótico es, en mi opinión, hacer las cosas bien (trabajo, estudio, etc.), convivir, ser solidarios, respetar y ejercer la libertad con responsabilidad.
Esto parece un sermón. Pido disculpas
Saludos
Es un invento de Información i Turismo, como la Tomatina.
En la mayoría de los casos de cada persona que pitaba el himno, probablemente era igual de patriótico el himno que el abucheo. Aunque también hay gente que puede pitar los himnos patrióticos sin necesidad de incluirse dentro de ninguna etiqueta nacional, de esas que sólo existen en la mente de algunos humanos para beneficio de una minoría... y enfrentamiento nefasto, inútil y visceral de una mayoría.
Si se pita el himno Español no nos debemos de ofender; eso es cosa de fachas rancios y casposos, lo único que debemos de hacer es restarle importancia y filosofar. Ahora bien; ojo con el pitar el himno vasco, o el gallego, o el francés, o el alemán, o el egipcio, o el koreano, o el argentino, o el giblartareño, o ...
Publicar un comentario