Evaristo Torres Olivas
miércoles, 3 de junio de 2015
El virus de la religión
Alguien mucho más brillante que yo, de cuyo nombre no me
acuerdo, dijo, aunque con palabras más precisas que las mías, que cuando una
persona se va de la olla, a lo suyo se le llama locura. Pero cuando son muchos
los que se van del tarro, recibe el nombre de religión. Otro, también con más
dedos de frente que yo, afirmó que las religiones son como los virus muy
contagiosos que gracias a su diseño eficiente son difíciles de erradicar. ¿En
qué consiste el diseño eficiente de las religiones? En primer lugar, la
natalidad. Las parejas religiosas, por ejemplo las del Opus, se reproducen más.
En segundo lugar, las religiones tienen unos textos sagrados ambiguos y abiertos a cualquier
interpretación en cualquier momento y para cualquier situación. Valen lo mismo
para un roto que para un descosido. Siempre aciertan. Como los astrólogos o los
videntes. En tercer lugar, incentivan el proselitismo y la expansión de buen
rollo o a hostia limpia. En el cuarto, persiguen a los competidores y a los
herejes para que no les jodan el chollo ni contaminen el mensaje. Y así no hay
manera de acabar con el puñetero virus.
Otra característica de los virus, y de las religiones, es la capacidad de mutación:
cuando se sienten acorralados cambian de aspecto para seguir siendo lo mismo.
Así, el fiero virus Ratzinger muta en el
manso Bergoglio, y al igual que el poli bueno y el poli malo no dejan de ser
polis, Benedicto y Francisco no dejan de ser miembros del mismo club de
vendedores de humo y supersticiones. La mejor manera de prevenir la infección
por virus consiste en la la higiene y las vacunas. La mejor vacuna contra el
virus de la religión es la educación y la información. Como ciudadanos debemos
exigir que nuestros colegios, nuestros ayuntamientos y nuestros parlamentos pongan todos los medios
para impedir la propagación del virus religioso. Especial cuidado ha de tenerse
en la protección de los niños ya que la inoculación de creencias y supersticiones
a temprana edad produce daños
cerebrales irreversibles. Se acaba
creyendo que los reyes y tiranos están ahí por la gracia de un dios y que
cuanto más te puteen y te exploten en este mundo mayor será tu recompensa en el
otro. Alucinaciones y delirios.
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A samugazos
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1 comentario:
Buen artículo. Otro día, si te apetece, puedes continuar explicando la parte del negocio... que no es manca.
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