Evaristo Torres Olivas
jueves, 4 de junio de 2015
El valor de las cosas
¿Podemos silbar y abuchear al himno? Sí, podemos. ¿Debemos
hacerlo? Sí, debemos. ¿Cuándo? Cuando nos dé la gana. ¿Por qué? Por muchas
razones. Paso a exponer algunas. Si un himno nacional simboliza los valores de
un pueblo, todo aquello de lo que debe sentirse orgulloso, nunca debería
escucharse delante de gente que representa todo lo contrario. Tocar el himno
delante del rey anterior y delante del actual es una ofensa al pueblo español. Porque
no encarnan los valores de los que debe sentirse orgulloso un pueblo. Juan
Carlos, el que cazaba osos y elefantes, el elegido por Franco, el amigo de los
mayores dictadores del planeta, no es un buen espejo en el que debamos
mirarnos. Su hijo, Felipe, que es rey por la gracia de Dios y por el azul de su
sangre, tampoco se parece mucho a los príncipes valientes y a los reyes buenos
de los cuentos. Tocar el himno en los desfiles militares no es algo que
deba aplaudirse, y no solamente porque están delante el rey y Rajoy (otro que
no encarna lo mejor de este pueblo) sino porque se exhiben tanques, aviones, misiles,
ametralladoras y otras máquinas que sirven para destripar a nuestros
semejantes. Una de las pocas cosas que le aplaudo a Zapatero, además de la
legalización de las uniones homosexuales, es quedarse sentado cuando desfilaron
las tropas de Bush. La mejor manera de prostituir, banalizar o devaluar un
himno, un premio, o cualquier otro reconocimiento es interpretarlo delante de quien no se lo
merezca u otorgárselo a quien no ha hecho nada para recibirlo. ¿Por qué el
nobel de la Paz es una mierda? Porque lo recibió un tal Kissinger, que hizo
mucho, sí, pero malo, y se lo dieron a Obama sin haber hecho nada. Yo lloraré
de emoción si tocan el himno (aunque es feo de cojones el chunda chunda) en
honor de un bombero que se deja la vida por salvar a una persona, de una madre
que saca adelante a sus hijos con mucho esfuerzo, de un payaso que dedica los
fines de semana a hacer reír a los niños enfermos de un hospital, de una profesora que enseña a leer a unos abuelos que no saben, o de un yerno
que le dona un riñón a su suegra. Pero si lo tocan delante del rey, Rajoy,
Esperanza Aguirre, silbaré. Y si cantan Els Segadors en honor de Jordi Pujol,
también.
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A samugazos
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1 comentario:
La única manera de evitar la pitada es hacerla obligatoria.
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