“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 17 de junio de 2015

Decir y hacer

No tengo información suficiente para juzgar al concejal de Cultura de Madrid, Guillermo Zapata. Que si sus chistes sobre judíos, víctimas de ETA y Marta del Castillo han sido sacados de contexto, que si el humor, aunque sea negro, tiene unos límites. No es sencillo dar una respuesta porque se trata de un asunto que se puede enfocar desde muchos ángulos. El humor bestia es difícil de delimitar. Lo que hoy no se admitiría, por tratarse de chistes misóginos, hace 30 años era motivo de humor zafio que aparecía en baldosines,  en los envoltorios de los adoquines de Zaragoza o en las letras de las jotas. Hace unos días, en una excursión en autobús se contaban chistes en los que los habitantes de un pueblo eran ridiculizados. En las reuniones de amigos no es infrecuente que algún gracioso cuente historias racistas en las que las insultadas son personas gitanas o de raza negra. También abundan las majaderías sobre cojos, tartamudos, bizcos, tontos, gordos y feos. ¿Puede un judío hacer chistes crueles sobre los judíos, pero no una persona que no sea judía? ¿Puede Irene Villa bromear sobre personas que han sido víctimas de las salvajadas de ETA? ¿Pueden Stephen Hawking o Pablo Echenique decir que son retrones o que están  cascaos y esas mismas palabras en boca de otra persona se considerarían una barbaridad?  No lo tengo muy claro. Lo que sí tengo claro es que Zapata ha dimitido y que nunca dimiten los obispos que llaman enfermos o degenerados a los homosexuales o que afirman que algunas mujeres son violadas porque van provocando. Y no es que quiera justificar a Zapata, ni pretender que se relativice  su conducta porque hay otros políticos que ahora se escandalizan y que hace poco se callaban ante comportamientos similares de los de su cuerda. Y yo mismo sería un hipócrita y un mentiroso si dijera que nunca he contado un chiste machista o me he reído con los que me han contado, y que analizados en frío y fuera del momento y la circunstancia, maldita la gracia que tienen. Es  bueno que vayamos eliminando mierda de nuestra sociedad. Pero no solamente la de los chistes y el humor negro. Hay otra mierda que huele peor: la de los saqueadores de dinero público, los destructores de la educación y la sanidad, de los desahuciadores. Las palabras pueden hacer daño, pero las acciones y los hechos, mucho más.


Evaristo Torres Olivas
Este es un baldosín pasable, pero hay otros sobre la mujer y la suegra, los solterones y cuarentones y otras majaderías que lo son menos

 

7 comentarios:

Luis Antonio dijo...

Aplaudo tu artículo sin nada que objetar.
Saludos

Anónimo dijo...

No pasa nada por ser todo lo lerdo e imbécil que uno quiera, pero sin salir de casa, si representar a nadie.
Por cambiar de despacho, de cuenta de Twiter y pedir perdón, Zapata no ha asumido sus responsabilidades políticas.
El chistecito de marras define a quien lo cuenta y a quien se ríe con él.
Basta ya de generar tanto odio.

Anónimo dijo...

Muchos se las dan de, de, de,... y no paran de hacer chistes de catalanes

Anónimo dijo...

Pos no. Yo me quedo con lo escribió Froid en 1905 y con la interpretación que luego más tarde después hizo Lacan de lo escribido por el moravo. ¡Hale! ¡Tanta corrección social y tanto niño muerto...!

Anónimo dijo...

¡Uy! ¡Mire, don Evaristo, han dicho "niño muerto"!

Anónimo dijo...

Independientemente de quien los diga, yo tengo muy claras dos cosas: 1, que ese tipo de chistes los cuenta casi cualquier tipo de persona en una reunión con sus amistades y, quien más quien menos, se ríe. 2, que a nadie de entre dicha concurrencia se le ocurre pensar que la persona que los cuenta sostiene posiciones antisemitas o que se burla de las víctimas de Eta o de cualquier otro terrorismo. Nadie piensa que es una postura política seria de la persona que cuenta dichos chistes negros.

Aunque no se puedan hacer y decir las mismas cosas ostentando un cargo público que en una comida en el campo, está más que claro que esta sociedad rebosa hipocresía por los cuatro costados.

Saludos

Anónimo dijo...

Ya, pero cuando habla Arias Cañete la vara medir parece ser otra.