Evaristo Torres Olivas
martes, 5 de mayo de 2015
Carta al obispo Munilla
No sé cómo dirigirme a usted, si he de llamarle monseñor,
señor monseñor, señor a secas, padre, Iñaki, Nacho, señor Munilla o Munilla sin
más. Todo menos eminencia o excelencia, porque el libro que acaba de publicar,
Sexo con alma y cuerpo, ni es eminente
ni excelente: es una mierda. Del tamaño de la catedral en la que usted sermonea
y charlatanea. ¿Cómo se pueden decir
tantas majaderías juntas? Afirmar que “la masturbación es una especie de
violencia sobre el cuerpo”, además de una gilipollez, es una mentira muy gorda.
Mire, yo que nunca fui monaguillo, pero sí onanista practicante, le puedo asegurar que de violencia nada de
nada. Violencia son los cilicios que se ponen algunos de los suyos y los
zurriagazos que se arrean muchos feligreses fanáticos en Semana Santa.
Violencia es lo que hacen quienes visten hábito como usted y tienen el feo
hábito de manosear a niños. Violencia es enseñar a hostia limpia –la letra con
sangre entra—, práctica pedagógica muy
querida por los curas de mi infancia. Violencia es no condenar los crímenes de
los dictadores y pasearlos bajo palio. Pero la masturbación, las gayolas, el amor propio, o
como se le quiera llamar, es un remanso
de paz, una camino de aprendizaje y
perfeccionamiento, las prácticas de un becario del amor, el experimento
con gaseosa antes de pasar a mayores, lo primero que tienes a mano cuando estás
solo. No sé qué manía tienen los de su oficio que todo lo que produce placer y
bienestar es malo; pero solo para los demás porque a los de su gremio les gusta
la buena vida: vivir como un cura, se dice para describir a los que tienen una
existencia fácil, cómoda y relajada. Suelta más memeces en su pseudolibro, por
ejemplo que las mujeres “pueden estar más sensibles o susceptibles,
a algunas les da por la actividad o por la limpieza, se sienten más o menos
vitales...". Si vive su madre y se entera de lo que opina usted de las
mujeres, seguro que le entran una irrefrenables ganas de limpiar: la boca de su hijo con
estropajo y Ajax para que aprenda a respetar. Hay que tener una empanada mental
considerable —o hacerse muchas pajas mentales— para afirmar que “el joven muy
enamorado que en los comienzos da un abrazo o beso perfectamente adecuado a su
novia, ve que esto le ha provocado una eyaculación que ni esperaba ni
quería". El joven que se corre con un beso lo que tiene es un problema
gordo si no arregla esa eyaculación precoz. Podría seguir citando lo que usted
opina sobre la homosexualidad, las relaciones prematrimoniales o el uso de
anticonceptivos, pero creo que para hoy ya es suficiente.
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A samugazos
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3 comentarios:
Ultimamente estas muy inspirado, cojonudas las últimas jeje.
Dales duro, no rebles.
Según Munilla, los homosexuales sufren "una desviación neurótica". Este hombre, al que se le supone un cierto nivel cultural, ha debido leer a Jung a su manera. Bueno...si es que ha leído a Jung y sabe lo que es la sincronicidad. Igual no lo ha leído. A veces pienso que estamos en manos de idiotas.
Anónimo del "5 de mayo de 2015, 16:16", yo no he leído a Jung y no tengo ni idea de si lo ha hecho o no Munilla. No es demasiado relevante puesto que el cristinismo y otras religiones no necesitan ningún argumento científico ni pseudocientífico para decir las tontadas que crean oportunas: con seguir teniendo poder sobre la población y sacarnos los cuartos a las personas creyentes y no creyentes para mantener su tinglado y su nivel y condiciones de vida, es suficiente.
No es que estemos en manos de idiotas - que, en parte, también- sino que desde el momento que estamos en manos de otras personas, a secas, y que esta situación se prolonga en el tiempo (y es mucho ya), éstas cada vez son más proclives a dirigirse a la población sin ningún tipo de rigor en sus manifestaciones, ni de respeto, ni de nada que merezca la pena... salvo, para ellos, que dichas declaraciones, su goteo constante sobre nuestras mentes hasta inundarlas entre todas ellas (clero, políticos, etc, etc.), y la habitual ausencia pública de referencias rigurosas y/o distintas, hace que les crea o apoye más gente de la que en condiciones de igualdad en el acceso a los medios de "comunicación", lo haría. Consiguiendo así control social y político sobre nuestras vidas, entre otras cosas.
Tan sólo se aseguran de que no olvidemos que están ahí y tienen fuerza. Con todas sus consecuencias.
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