“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 11 de abril de 2014

Celebración en Teruel

Así de cortito y recortadito publicó ayer el Heraldo la carta al director que les mandé. De los 7.000 caracteres me pidieron que lo redujera a 2000. El recorte lo hice yo. El cambio de título es cosa del Heraldo.

Lo decente,  cuando un grupo de personas se juntan para homenajearse a sí mismas, es que se pague a escote. Ya sean las licenciadas en Físicas de Sarrión o los estudiosos del sapo pintojo. Lo habitual es que las celebraciones coincidan con alguna cifra redonda. Lo razonable es que esos encuentros se organicen por un equipo de personas y no por una. Lo prudente en los actos institucionales es evitar los dispendios con la guita de los contribuyentes. Lo justo es que un homenaje sirva para reconocer la labor de los protagonistas y no para lanzar una campaña de imagen del organizador.
  El pasado sábado, el alcalde Blasco organizó un acto en Teruel para celebrar el 35 aniversario de la democracia local.  Se reunieron los alcaldes y concejales de la democracia (excepto los de Izquierda Unida). A la entrada, dos agentes disfrazados de soldaditos de plomo. Dentro, música, entrega de diplomas, discursos vacuos y manduca. El alcalde afirmó que “en 35 años de democracia en Teruel, nadie se ha llevado un euro, al revés, nos ha costado dinero”.  Efectivamente, tanto don Manuel Blasco como los también presentes  Javier Velasco, Mayte Pérez o Lucía Gómez, abandonaron unas brillantes carreras profesionales para sacrificarse por nosotros. Y hace  unos días, los miembros del PP en la Diputación Provincial aplazaron hasta 2015 la reducción de sus salarios.
  Si tenemos 35 años de democracia, a quienes hay que homenajear es a los ciudadanos. Se  podría haber organizado un acto público en la plaza del Torico. Aunque, tal vez,  un texto consensuado por todos los grupos políticos y leído por el alcalde en un pleno habría sido suficiente. No era agradable contemplar cómo los políticos  acudían al festejo  mientras camareros con pajarita descargaban bandejas de comida. Molesta que se monten fiestas en las que unos  comen y beben,  y otros,  los ciudadanos, pagan la factura.
  A Manuel Blasco, la campaña de imagen le ha resultado muy barata. Con nuestro dinero.

Evaristo Torres Olivas

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y el DDT?

Anónimo dijo...

En el Eco de Teruel, se puede ver a los asistentes, entre ellos los responsables del "placicidio" de la plaza Domingo Gascón.

Felicitar a los de IU por no asistir; no es que haya habido muchos concejales de esa formación pero por lo menos, un poco de dignidad y de respeto a la ciudadanía. Por lo menos hay alguien que es consciente del momento que estamos pasando y de lo que piensa la gente de la manera de actuar de los políticos.

Anónimo dijo...

Con actos como este se ve que hasta las personas dedicadas a la política en una ciudad pequeñita como Teruel, no viven en el mismo plano existencial que la mayoría de los mortales.
Salvo para sacarnos los cuartos y hacer con ello lo que les dé la real gana no se asoman mucho a nuestro mundo. Lo justito para cobrar, mentir y repartir algún guantazo; para meterles la mano en el bolsillo a los pardillos obligatorios y hacer canalladas con nuestro dinero. No contentos con ello las hacen en nuestro nombre (dicen) y encima lo defienden con vehemencia, porque la gente se empeña en echar papelitos cada cuatro años, el perfecto cheque en blanco, pues el votante carece del más mínimo control sobre la acción de la persona o partido votado.
Con todos los años que llevamos aquí ya con los papelitos (no hablemos ya en otras zonas del mundo) y,¡qué casualidad!, las cosas nunca cambian a mejor para los de abajo. Mira que es curioso. Será magia, seguro.

No, no nos representan. Ni ahora que se han dado cuenta 2 gatos más, a sumar a los cuatro de siempre, ni antes tampoco. Está claro que hay gente que no se da cuenta, pero también hay mucha que no quiere darse cuenta. La renuncia a su derecho y responsabilidad de decidir por parte de la mayoría de la gente es el perfecto caldo de cultivo para que la clase política (y sus jefes no votados, claro) haga con nuestras vidas lo que les da la gana, y esa cuasi omnipotencia hace que cualquier ser humano, por nuestra propia naturaleza, le acabe perdiendo el respeto, bastante más pronto que tarde, a la gente "administrada".

No hace tantos años un importante porcentaje de la población peleó porque, entre otras cosas, le parecía fatal que una pequeña camarilla gobernase los destinos de casi 40 millones de personas. Ahora la camarilla, al menos nominalmente, ha aumentado en unos cientos o miles de personas, pero aún dando esto por bueno (que habría mucho que analizar), lo cierto es que una minoría ridícula de individuos continúa decidiendo por los otros 46 millones de personas que viven en esta demarcación administrativa mundial.

Y a esto le llaman algunos el menos malo de los sistemas de organización social. Hace falta ser cínicos.