“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 18 de marzo de 2014

Quién sabe dónde

El título de esta columna es idéntico al de un programa de televisión presentado por Paco Lobatón  que obtuvo unos altos índices de popularidad en la década de los noventa del siglo pasado.
  He  estado investigando el caso del avión malasio desaparecido. Ha sido una tortura, una gota malaya, por todas las pegas que me han puesto todos aquellos interesados en ocultar el destino del avión. Por cierto, que no sé muy bien si malasio y malayo son sinónimos. En estos momentos, y en primicia mundial, puedo afirmar y afirmo que sé dónde se encuentra el aparato. En otro país, por desvelar este misterio,  me concederían todos los premios de periodismo, pero aquí, con los envidiosos que somos, lo que hacemos es cargarnos al mensajero. A mí me habría gustado que tras esta primicia, este scoop, el censor Arrufat me pidiera perdón por haberme echado del Diario de Teruel, y que los nuevos censores del periódico, que tampoco publican los artículos que les mando de vez en cuando, reconsideraran su actitud.
  Pero antes de desvelarles dónde se encuentra el avión, quisiera contarles los pasos y las pistas que he seguido. Todo empezó cuando el viernes, a eso de las ocho de la tarde, recibí una llamada de un tal Servando. Me citaba en un descampado a las afueras del pueblo porque, según él, su teléfono estaba intervenido. Una vez allí me comunicó que hay 25 países buscando el 777 y que él sabe dónde está. Me hace un croquis y me indica el lugar al que debo dirigirme. Allí vendrá a recogerme un tipo en moto que se parece mucho a un policía municipal de Teruel muy conocido. Me paso por casa, me preparo un bocadillo, me pongo ropa de abrigo y cojo una linterna de leds que compré en una oferta del Aldi. Al llegar al sitio indicado por Servando, no hay señales del tío de la moto. Aparece diez minutos después. Escondemos mi coche en una casa abandonada y nos dirigimos en la moto, de noche cerrada, a un lugar desconocido para mí. Solamente al llegar, me doy cuenta de que estamos en Caudé. En el aeropuerto de Caudé.  Nos bajamos de la moto a unos quinientos metros del hangar y nos dirigimos a pie hasta una puerta trasera. Mi acompañante, el que se parece al policía municipal que este año hizo de Diego en los Medievales, abre la puerta. Ahí está el 777 de Malaysia Airlines. Una docena de operarios subidos en un andamio y con estropajos en la mano están borrando las letras. Ya solo se lee Malay. Seguramente se trata de unos operarios temporales, contratados exclusivamente para borrar las letras.
  En definitiva, que el avión está en Caudé desde hace tres días mientras 25 países lo están buscando. No puedo revelar la identidad de mis informadores. Tanto Servando—nombre ficticio—como el que se parece al policía municipal que trepó por los balcones en las representaciones de Las Bodas, son dos conocidos delincuentes de Teruel.

Evaristo Torres Olivas
Avión malasio secuestrado, antes de pasarle el estropajo a las letras

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está claro, el objetivo es única y exclusivamente el avión. Pero, y los doscientos y pico pasajeros?
Que yuyu Dios.