“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 20 de marzo de 2014

El hombre gris del traje

Siempre me ha llamado la atención el desdoblamiento de personalidad fingido de algunos políticos. Unos días interpretan un papel y otros días, otro. Según les interesa. Pero no solamente interpretan el papel, sino que el vestuario y el atrezo también cambian según el rol y el público al que se dirigen.  Javier Velasco es un buen ejemplo. Cuando don Javier acude a los pozos de Caudé el Primero de Mayo, o a los mítines del PSOE, lo vemos con chupa, vaqueros y descorbatado. Atuendo de progre. Pero cuando acude a declarar como testigo  ante el juez por el caso Plaza, don Javier se pone el traje de los domingos, la camisa recién planchada y la corbata de seda. Cuando me dedicaba a la selección de personal, acudían a las entrevistas algunos hombres y mujeres vestidos como para ir a una boda o como si los hubieran invitado a la gala de los Premios Goya. De estreno. Entre vestir de manera correcta y la exageración hay un término medio, que es la naturalidad. A una entrevista  para un puesto de fontanero, conductor de carretilla o recepcionista no es necesario ir con el  traje de comodoro o de princesa de Gales. Denota intención de aparentar lo que no se es, inseguridad y mal gusto. Y también una falta de respeto: si se está convencido de que el traje y la corbata es la indumentaria adecuada para presentarse ante el juez, ¿por qué no lo es para  una reunión de afiliados de su parido o para rendir homenaje a los asesinados en Caudé?  Pero tal vez el señor Velasco crea que el hábito hace al monje y que lo que la naturaleza no le ha dado, se lo proporciona la vestimenta. Por mucho traje que se ponga, en sus declaraciones como testigo, al menos lo que ha aparecido en la prensa, ha demostrado que por muy consejero y  presidente de Plaza que fuera, no se enteró de nada de lo que sucedía con los dineros públicos de Plaza. Más o menos igual que la infanta Cristina, que tampoco se enteraba de nada. O tal vez sea que los consejeros de Obras Públicas y las infantas de España son tan buenos y tan confiados que parecen tontos. Aunque yo, mirando la foto que ha publicado la prensa, pienso que el señor Velasco, más que el hombre del traje gris parece el hombre gris del traje.

Evaristo Torres Olivas
Javier Velasco, a la salida de los juzgados
                                                   

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mientras se saqueaban las arcas públicas a manos llenas,Velasco era presidente del consejo de administración de plaza, y consejero de obras públicas, pero, él limpio como una patena, con su traje gris y mirando pa Cuenca.
Anda que no me da asco, ni na, el tío este.