“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 21 de marzo de 2014

Me cago en sus muelas

Estoy hasta el moño—es un decir, porque soy calvo—de escuchar a los políticos recitar la monserga de que no son todos iguales y que es injusto que los metan a todos en el mismo saco y que por unas pocas manzanas podridas y blablablá. Primero, no son solamente unas pocas manzanas,  sino cientos y miles;  y segundo, que además de los corruptos, hay miles de incapaces, incompetentes e inútiles, que son tan dañinos como los corruptos.
  Cómo no vamos a echar humo los ciudadanos con políticos como la número uno de los socialistas en las europeas, Elena Valenciano. Aparece en un programa de la tele para contar cuatro obviedades y soltar, sin sonrojarse, que su partido ha dado ejemplo de democracia al celebrar primarias.  No sé las de Valencia, pero las de Aragón, una fantochada. Pero es que además—a más a más, que dicen algunos—a ella y a los que figuran en las lista del PSOE a las europeas los han elegido a dedo. Dedazo.
  Eso la Valenciano, pero veamos ahora al flamante vencedor de las primarias en el PSOE de Aragón, Javier Lambán. Presume de que le avalaron cinco mil afiliados de un total de ocho mil. En la presentación de la candidata aragonesa a las europeas, Inés Ayala, don Javier, con un jetón impresionante, suelta que está muy satisfecho de que Inés Ayala figure en un buen puesto en las lista, teniendo en cuenta “la profundísima renovación de la misma y el peso político”. Mentira. Renovación, lo que se dice renovación, en los puestos con posibilidades de ser elegidos, más bien pocas. Los mismos de siempre: Jáuregui, López Aguilar, etc. Pero es que la misma  Inés Ayala ya lleva dos legislaturas como eurodiputada y ahora va a por la tercera. ¿No tiene el PSOE de Aragón otro candidato entre los ocho mil militantes o entre los cinco mil que han avalado a Lambán que pueda figurar en las listas y relevar a doña Inés?  
  Pero por si lo anterior no fuera suficiente para despreciar a los políticos que tenemos, Lambán en esa misma presentación, sin que le tiemble la voz y sin enarcar la ceja, suelta que “las elecciones europeas se presentan como un punto de inflexión de cara a cambiar las tendencias e invertir el proceso para comenzar un nuevo ciclo de hegemonía socialista”. Este elemento, Lambán, que dice estar licenciado en Filosofía y Letras, para decirnos que espera que su partido gane las elecciones,  nos castiga con puntos de inflexión, procesos invertidos, nuevos ciclos y hegemonías. Me cago en sus muelas.

Evaristo Torres Olivas

3 comentarios:

Abogado dijo...

Todos los políticos, por el mero hecho de serlo, me dan asco y no les tengo el menor respeto. Todos son corruptos en función del poder que ostentan.La solución: URNAS VACÍAS.

Anónimo dijo...

http://www.elconfidencial.com/espana/andalucia/2014-03-17/el-director-general-de-energia-de-andalucia-tiene-una-casa-ilegal-con-agua-y-luz-pirata_102916/

Anónimo dijo...

A mi tampoco me gusta la existencia de personas dedicadas a la política de forma profesional. Políticos somos todas y todos y, si ejercemos, no necesitamos a ningún "profesional". Es más, viendo las consecuencias del ejercicio de la política por los "profesionales" es para reclamar el dinero gastado y destituir fulminantemente a todos y cada una de ellas.
Porque los malos resultados de la política profesional son como una enfermedad crónica de la Humanidad que nos empeñamos en no querer curar.

Por cierto, y aprovechando que el Guadalaviar y el Alfambra se unen en Teruel, decir que las Marchas por la Dignidad han sido un rotundo éxito. La cantidad de gente reunida en Madrid fue escandalosamente grande.