Hasta hace unos tres años, yo utilizaba poco los servicios médicos
de la Seguridad Social, pero desde entonces apenas me quedan un par de
especialidades por visitar. En general, la atención es correcta, dada la
masificación existente. Hay algunos médicos excepcionales, como una oftalmóloga
que trata a todo el mundo de cariño mío, de tal forma que solo con eso si
tienes siete dioptrías se te rebajan a la mitad. Hay otra especialista, una
dermatóloga de la que también he hablado aquí alguna vez, que utiliza el plural
para todo y te suelta frases como nos
quitamos la ropa y nos tumbamos en la camilla para indicarte que te la quites
tú y te tumbes tú. También los hay distantes, de pocas palabras, pero que cumplen con su trabajo con educación
y profesionalidad. Y finalmente están los divos, los que se creen que ellos son
unos seres superiores y tú un miserable gusano ignorante. Son gente con tan
pocas habilidades sociales que en lugar de medicina deberían haber estudiado astronomía o geología y perderse en algún
lejano planeta o en la cumbre de una montaña. Es el caso del mi cardiólogo.
Cada vez que voy a la revisión, ni saluda, ni pregunta ni leches. Mira el
electro y los resultados de los análisis y te echa una bronca de narices, con
desprecio, prepotencia y chulería. La primera vez no dije nada, cualquiera
puede tener un mal día. Pero es que el mismo comportamiento se repetía en todas
las visitas. En la última, en la que me dijo que me dejaba por imposible, que me
daba el alta y que me llevara el médico de cabecera porque él ya no podía hacer
nada por mí, estuve a punto de ponerlo verde o de agarrarle del cuello, pero me
contuve. Hice una reclamación en el Servicio de Atención al Paciente y aún
estoy esperando que me contesten. No me hago muchas ilusiones, porque en estos
casos, lo sé por experiencia propia y de amigos y conocidos, contesta el jefe
del servicio diciendo que ha hablado con el médico en cuestión y que su versión
no coincide con la del que se queja.
Para que lo eviten si pueden y no les amargue la vida ese médico, se apellida Monzón.
Evaristo Torres Olivas
4 comentarios:
Yo, como geologo de formación, y aficionado a la astronomía, no por ello creo que tenga pocas habilidades sociales ni tenga que perderme en la cima de ninguna montaña. Son areas de conocimiento no tan prosaicas como puedas pensar.
Respecto a los medicos, en el Polanco hay buenos, malos y regulares profesionales, como en todos sitios.
Si con uno no te va bien, cambia de medico.
Completamente de acuerdo con el interviniente anterior. De hecho, el pasado mes de octubre pedí al IGME que me cambien el geólogo de cabecera. A ver si antes de marzo...
Evaristo: En la convocatoria del año 2010 para cubrir 10 plazas de cardiología en los hospitales de Aragón,el susodicho fue, de los aprobados por turno libre, el que menos puntuación tuvo, concretamente su número de orden fue el 10. Así es que no se ponga tan estirado que tiene muy limitada su capacidad.
Déjese llevar por su corazón. Si no le trata bien, acuda a Atención al Paciente.
Y verá qué bien le trata la próxima vez. Le darán un toque (al cardiólogo, no a usted), y si le insinúan su nombre (el de usted, el suyo al menos él sí que lo debe de saber, está escrito en la bata), se lo pensará.
Es mi experiencia.
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