“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 3 de febrero de 2014

El turismo y las economías de escala

Durante los días de Fitur el Diario de Teruel se convierte en el Hola. Aparecen todos nuestros políticos retratados en los madriles. Y son mogollón. A promocionar el turismo de Teruel dicen que van. ¿Son necesarios tantos? ¿Van a gastos pagados o cada uno se lo paga de su bolsillo?  Dudo mucho que Pobo o Blasco pongan un  solo euro. Y estoy seguro de que se creen que con su sola presencia en las ferias de turismo el número de visitantes a nuestro Teruel se multiplica por cien. Una vez le pregunté a Blasco  qué pintaba en el Senado y si no era suficiente con intentar resolver los problemas de la deuda el ayuntamiento de Teruel. Su respuesta fue que él era un embajador de Teruel en Madrid. Con dos cojones. Yo opino que tanto Blasco como Pobo por un lado como Arrufat o Velasco, por el otro, están tan capacitados para promocionar Teruel como Fernando Esteso para anunciar el plan Pond´s de belleza en siete días. ¿Para qué sirve entonces la feria de turismo? Para que nuestros políticos hagan turismo; para que con nuestros impuestos se pongan ciegos de comer y beber, vean algún musical en la capital y se hagan una foto  con el oso en la Puerta del Sol.
Y ya que estamos hablando de turismo, se trata de una actividad que, por lo visto, contradice el principio de las economías de escala que establece que el coste por unidad producida disminuye a medida que aumenta el número de unidades producidas. Un bocadillo o una botella de agua deberían costar mucho más baratos en un lugar turístico que en una tienda de barrio, por la sencilla razón de que, entre otros motivos, los gastos fijos del lugar turístico  se reparten en una cantidad  mayor de unidades y al adquirir mayores cantidades de los proveedores, obtiene mejores condiciones. Sin embargo no es así: cualquier producto cuesta el doble o el triple en los lugares turísticos que en las zonas alejadas de esos focos. Lo que trae como consecuencia que los nativos están hasta las narices del puto turismo, que llena el centro de las ciudades de tiendas de chuminadas y comida basura, todo a precio de oro. No es que falle el principio de las economías de escala, sino que la codicia humana no tiene límite.

Evaristo Torres Olivas
Belleza Pond´s

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