“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 28 de noviembre de 2013

Políticos todos

Reciamente turolense, pluralidad, apertura, libre de servidumbres, enclave permanente de rigor, oasis de reflexión serena. Estas bonitas palabras las pronunció doña Luisa Fernanda Rudi, presidenta de Aragón, en la presentación del último número de la revista Turia. Carmen Pobo, presidenta de la Diputación, habló de una iniciativa integradora, de ideas claras y de tesón y rigor. En parecidos términos se expresó el teniente de alcalde Jesús Fuertes. Biel, el que muele gordo, en esa ocasión actuaba de florero y no abrió la boca en todo el acto. Afortunadamente.
Si las instituciones subvencionan una revista como Turia y sus representantes  celebran como motivo  de su éxito el pluralismo, el rigor, la libertad, ¿por qué esas mismas personas no  piden lo mismo al Diario de Teruel, que también es subvencionado por las instituciones públicas?  Si Turia es plural, el Diario es el órgano de propaganda del partido que manda en la Diputación; si en Turia el rigor es la norma, en el Diario es la excepción. Si en Turia colaboran escritores de primera fila, en el Diario escriben chapuceros como Hugo Miquele, que no solo nos dejan  en menos de 30 líneas, como cagadas de mosca o boñigas de vaca,  media docena de faltas de ortografía, sino que desde la más absoluta ignorancia, semana tras semana, pretenden darnos lecciones sobre economía, política, historia o sobre explotación de ganado de la raza rasa aragonesa.
La única explicación que encuentro a esa contradicción es que nuestros políticos no saben lo que dicen. Los llevan de un sitio para otro, les escriben los discursos y los sueltan a la buena de Dios, como cuando a mí a los once años me escribieron unos folios para que los leyera en una reunión del colegio español en Canadá, a la que asistía el cónsul y alguna otra “autoridad”:  “Señor cónsul, señores profesores, padres de los alumnos todos: yo también quiero,  en nombre de mis compañeros ausentes por falta de espacio, dirigir unas palabras de agradecimiento  hacia todos aquellos que han hecho posible la realización de esta institución”. Le seguían una ristra interminable de alabanzas hueras, peloteo y gilipolleces. La mitad de las palabras no las entendía, no sabía qué era una institución y lo de padres de los alumnos todos me sonaba a cosa antigua. Pero yo tenía once años y el profesor y mis padres me obligaron a hacer el chorras vestido con traje y corbata. Pero a estos, políticos todos, nadie les obliga, sino que son ellos los que obligan a otros  a que les lleven en coche oficial a propagar su ignorancia por todos los pueblos, plazas, callejones y rincones.

Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Anónimo dijo...

El ínclito Miquele al que usted cita en estas líneas de arriba decía no hace mucho en el Diario de Teruel que la recuperación económica de España llegará forzosamente de mano de las exportaciones (no voy a molestarme en citar la frase exacta porque el artículo era tan rematadamente malo que no merece la pena ir a sacar los papeles de la caja de encender la estufa).
Sin embargo, en el enlace que aquí le adjunto, el pobre Antoni Espasa ofrece algunas explicaciones acerca de la situación un tanto menos simplificadas.

Dos escrituras a elegir: Bic, Bic...Bic, Bic, Bic.