No me gustan los deportes llamados del motor. Ni los coches
ni las motos. Circular a trescientos por hora y contaminar el aire por
diversión me parece una insensatez. Y un derroche. Y un mal ejemplo para los
jóvenes. Algunos periodistas del Diario de Teruel contribuyen a difundir lo
peor de estos deportes y de sus seguidores más salvajes. En lugar de criticar
los excesos, los exaltan. El alcohol, por ejemplo, “el avituallamiento del motero” que diría la
inefable Maribel Sancho Timoneda. También se ensalzan los llamados
caballitos—levantar la rueda delantera de la moto—, los derrapes y quemar el
neumático trasero acelerando a todo gas. Todo por diversión y para perforar el
tímpano de la gente. El olor a goma quemada y gasolina, según algunos
periodistas imbéciles, debe de poner cachondos a los moteros y moteras. Por lo
visto, el éxito de un gran premio de motos se mide por los litros de cerveza
y ron consumidos, la gasolina quemada y
los neumáticos hechos trizas. Motorland es un referente según el visionario
Biel. Como se las da de hombre práctico, pensará de la
siguiente manera: si a los jóvenes les gusta el alcohol y la velocidad, se
emborracharán y correrán de todas formas; pues mejor que lo hagan en Aragón y
así se forran los bares, hoteles y gasolineras de Alcañiz y alrededores. Y de
paso, las funerarias verán aumentar su clientela si a algún imbécil se le ocurre emular a sus ídolos
Pedrosa y Márquez y se rompe la crisma a doscientos kilómetros por hora en una
curva. Si al lado de las ganancias de hoteleros, gasolineros y vendedores de
los tenderetes, se pusieran en otro
platillo los costes sociales que tiene un circuito de carreras, tal vez el
balance no fuera tan positivo. Cuando se hace un circuito de carreras con
dinero público, se deja de invertir en otras cosas, como hospitales y escuelas,
seguramente más necesarias. Hacemos, con el dinero de todos, circuitos de motos
para rendir culto a la velocidad, la cerveza, los caballitos y los derrapes, y
después volvemos a gastar dinero público para decirles a los jóvenes que no
corran y no se emborrachen. Más o menos como proyectar una película
de tiros a un niño, regalarle una pistola y pedirle que no dispare.
Agárrate fuerte, churri, que nos vamos a las carreras del Motorland del tito Biel
1 comentario:
Hace unos años no existía Motorland, ni el aeropuerto de Huesca o de Teruel, ni Aramon, ni otros "entes" ruinosos (Ójala me equivoque con el de Teruel). Jamás faltó tanto dinero para Educación y Sanidad como está faltando ahora. Nadie discute o protesta o se indigna por el dinero que va a la Fundación Amantes o Bodas de Raquel Esteban o al nuevo observatorio, pues bien, si ese dinero, (que nos llega de Madrid en su mayor parte), va a estos sitios, deja de ir a otros.
¡Menos Motorland y más bilingües de inglés o alemán!
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