Que dos sucesos ocurran simultánea o sucesivamente no
significa siempre que uno sea la causa del otro. Si el gallo canta y amanece,
no significa que el gallo sea el causante del día; al revés tampoco
funciona, pues que amanezca y cante el
gallo tampoco quiere decir que el día sea el causante del canto. De hecho, el
puñetero gallo canta a todas horas, pero es en el silencio del amanecer cuando
el cacareo da más por saco. Tampoco los granos en la cara son efecto de la
masturbación ni el arroz es el responsable de los ojos rasgados de los
chinos. Sin embargo, hay otras situaciones en las que sí es así:
las judías son causa de la flatulencia,
la borrachera es el efecto de la ingesta de alcohol, y la censura es la
consecuencia de las decisiones de políticos tan “democráticos” como Arrufat. Y hablando de causalidad y de
políticos, el día de la toma de posesión de la presidente de la Diputación de
Teruel, Carmen Pobo, el autor de estas líneas sufrió un infarto mientras
presenciaba el discurso de doña Carmen. También era el día de mi cumpleaños.
Varias son las posibilidades. La primera, que la toma de posesión de Pobo, el
infarto y el cumpleaños sean hechos sin ninguna relación entre sí. Pero también
podría ser que el cumpleaños fuera el causante del infarto, la alarma biológica
que disparó el mecanismo que altera el pum pum del corazón. También se podría
pensar que doña Carmen tomara posesión de su cargo el día de mi cumpleaños para amargarme el día,
sabiendo que yo no comparto ninguna de las ideas de su partido. Y si a uno le
amargan el día, le ponen nervioso y le estresan, se puede producir una
alteración del ritmo cardiaco que produzca un infarto. Los médicos me recomendaron,
después del infarto, que dejara de fumar,
perdiera peso, cuidara la
alimentación e hiciera ejercicio. En ningún momento me prohibieron el consumo
de discursos de Carmen Pobo (ni tampoco escuchar las ruedas de prensa de
Vicente Guillén y Mayte Pérez). Claro que la medicina no es una ciencia exacta
y, no hace mucho, el psiquiatra franquista Vallejo-Nágera proclamaba la
inferioridad mental de los marxistas, causada por un gen rojo”. ¡Quién sabe si
dentro de unos años no se descubrirá que una de las causas de los infartos,
además del tabaco y el aire contaminado, sean los discursos tóxicos de algunos
políticos.
viernes, 11 de octubre de 2013
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