“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 30 de julio de 2013

Barcenadas

Hay varias maneras de expresarlo. Una de ellas: perro no come carne de perro. Otra: tal vez sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta. Estas frases y otras muchas extraídas del refranero o de citas de personajes ilustres—o no tanto—reflejan esa actitud gregaria, borreguil, corporativista de los humanos. Al igual que entre bomberos no se pisan la manguera y entre gitanos no se leen las manos, los políticos siempre se ponen de acuerdo cuando de subirse el sueldo se trata o para defender la honradez de los que se dedican a su  cada vez más corrompida profesión. Nuestra presidenta del Gobierno de Aragón, doña Luisa Fernanda, no es una excepción. Hace unos días, se lamentó en una reunión de Teruel de  que “la mala acción de unos pocos haya contaminado la buena voluntad de muchos”. Bonita frase para un titular pero muy imprecisa. ¿Cuántos son unos pocos? ¿Dos, cinco, cien, quinientos? ¿Y qué es una mala acción? ¿Recibir sobres? ¿Utilizar dinero público en beneficio propio? ¿Enchufar a la parentela? ¿Espiar a los ciudadanos? ¿Aceptar un puesto en una empresa a la que se favoreció mientras se ejercía la política? ¿Colocar al frente de las instituciones públicas a personas ineptas? ¿Cometer barcenadas, jaimematadas o gurteladas? Doña Luisa Fernanda debería hilar un poco más fino si no quiere que la consideremos una demagoga. Tanto como los que afirman que en todos los países hay corrupción. Claro que hay corrupción en todas partes, y paro, y ladrones y asesinatos. Pero no es lo mismo un índice de corrupción de tres que de cien, no es lo mismo un robo al día que trescientos, no es igual una tasa de desempleo del 5 por ciento que del 26. Hasta que el PP ha admitido que Bárcenas se ha comportado de manera inadecuada, han pasado muchos meses, demasiados, durante los cuales tanto de Cospedal como Rajoy ponían la mano en el fuego por la honradez del extesorero, han mentido una y otra vez, han embestido como miuras a  la prensa, a los jueces y a todo aquel que osara ahondar en las andanzas de don Luis. Ni son pocos los corruptos ni los partidos han tomado las medidas necesarias para apartarlos de la vida pública. Por lo de perro no come perro.

Evaristo Torres Olivas

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