Publicado ayer en el Diario de Teruel
En la columna del pasado miércoles, Café gratis, Javier Millán nos cuenta un cuento que no es un cuento
chino. Los cuentos chinos son mucho más creativos e imaginativos. Para
mendigarnos que compremos el periódico, don Javier nos endilga una historia de
un señor al que se le ocurrió regalar el café en su bar y fue su ruina porque
los clientes, la policía y el juez le obligaron a seguir regalando el café
hasta su muerte. Y entonces dejó de haber café gratis para siempre.
Por analogía, al
final de la columna, don Javier nos cuenta que si leemos el periódico en el
bar, en la oficina, lo “mangamos” de un buzón, sin gastarnos un céntimo, habrá
un día en que se morirá el periódico y habremos acabado con la prensa para
siempre. Demasiado simplista. Y poco imaginativo. Si el dueño de la cafetería
hubiera sido más creativo, no se habría arruinado y no habría tenido que
renunciar a regalar el café. Es lo que hacen muchos bares: si te gastas la
pasta en la cena, te regalan un chupito de hierbas, de orujo o de lo que te
apetezca. Es lo que hace una cadena de hamburgueserías de Madrid, que con el
menú te “regala” cuantos vasos de cola puedas beber. Hasta reventar. ¿Y qué
hacen chinos de las tiendas de su mismo nombre para sobrevivir? Pues vivir en
el local y abrir 18 horas al día.
¿Qué debería hacer la prensa escrita para no desaparecer?
Mendigar a los ciudadanos que compren periódicos por caridad, como pretende don
Javier, no es una buena solución. Pedir a los jueces que se prohíba leer la
prensa en bares, bibliotecas o en internet, solo es imaginable en Corea del
Norte o en algunas otras repúblicas populares o bananeras. Para que un
ciudadano prefiera gastarse el dinero en una periódico en lugar de en una
cerveza, las empresas deberán echarle imaginación. Si internet, la radio y la
tele me ofrecen lo mismo y gratis, seguiré consumiendo cervezas y le echaré una
ojeada al periódico en el bar. Si un periodista se limita a reproducir las
palabras de Carmen Pobo y Francisco Abril, al igual que haría un magnetófono o
un taquígrafo, seguiré prefiriendo la cerveza. Los economistas ya hace tiempo
que le han puesto nombre a este tipo de dilemas: coste de oportunidad lo
llaman: si compro el periódico, el coste de oportunidad es renunciar a una
cerveza; pero si me tomo una cerveza, el coste de oportunidad es cero, porque
el periódico lo leo gratis en el bar mientras me tomo la cerveza; especialmente
si el periódico es superficial, está mal escrito y no me aporta nada adicional
a lo que ya he escuchado en la radio, la tele o en internet.
La prensa y los
periodistas nunca morirán, porque los
humanos necesitamos que nos cuenten lo que sucede a nuestro alrededor y nos
gusta que nos lo cuente alguien que sabe hacerlo; con rigor, amenidad,
independencia y libertad: un periodista.
Ah, se me olvidaba: yo compro algunos periódicos. Y otros
que compraba, he dejado de comprarlos y ya no los leo ni en
el bar.
Evaristo Torres Olivas
Villarquemado
2 comentarios:
Pero el señor Millán no explica cuanto dinero se gasta él en periódicos. ¿No será que también él se los lee en internet y en el bar y que lo quiere es que los demás nos gastemos el dinero en periódicos mientras que él no se gasta nada? No sería de extrañar. A ver si lo que pasa es que ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio.
...."de los dos, muere el malo, un exjefe de recursos humanos que intenta redimirse de su pasado pero que al final recibe su justo merecido. Aunque el lobo se vista de oveja, lobo se queda". ZAAAAAS, en toda la boca
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