Cuenta el gran periodista Enrique Meneses en sus memorias
que “la formación de un niño es una inversión recuperable al mil por cien”.
Añade: “Siento una gran animadversión para todo aquel que está en contra de la
educación pública”. El ministro Wert, por ejemplo, añado yo. Los resultados de
una mala formación los podemos ver en personas como el alcalde de Teruel,
Blasco. O tal vez se deba a que es cerrado de mollera. O las dos cosas juntas:
pocas luces y deficiente formación. Además de mucha desvergüenza. No de otra
manera se pueden entender sus palabras en el último pleno del Ayuntamiento de
Teruel y que ya comenté aquí hace dos días: “España sigue siendo de misa,
procesión y vino español”. Cualquier persona medianamente formada, antes de
hacer una declaración como esa, se asegura de que lo que dice está basado en
hechos. El político ignaro, no. Suelta lo primero que le viene a la cabeza o lo
que otros le dicen que diga. Es el atrevimiento de la ignorancia o la sumisión
perruna. Basta echar una ojeada a las múltiples encuestas para averiguar que
aunque los españoles en un 70 por ciento se declaran católicos, el 55 por
ciento no pisa casi nunca una iglesia
(utilizo el casi porque esta gente va a misa a la BBC: bodas bautizos y
comuniones). Solamente un 20 por ciento
de la población va a misa los domingos. Pero la prueba más contundente para
derribar la afirmación del alcalde nos la brinda el porcentaje de españoles
contribuyentes que marcan la casilla de
la iglesia en la declaración del IRPF: el 35 por ciento. Los datos varían poco de
una encuesta a otra. Si nos fijamos en la población joven, se declaran
católicos practicantes poco más del 10 por ciento y no creyentes más del 20 por
ciento. Todos estos datos se pueden obtener fácilmente en internet o visitando
alguna de las bibliotecas de Teruel: la de la plaza del Seminario, la de la
Universidad o la de la UNED, sitios a los que, a la vista de la ignorancia que
exhibe, nuestro alcalde va poco, tal vez solamente a inaugurar alguna
exposición y a leer algún papel que le escriben otros. No me extrañaría que en
un próximo pleno Blasco propusiera que en España se prohíba explicar las
teorías de Darwin en las escuelas.
Otrosí: ¿Qué pensará la derecha nacionalista/regionalista sobre este
asunto? ¿Estará de acuerdo Biel en lo de misa y procesión? En lo que no estará de
acuerdo es en el vino español: para Biel el vino ha de ser siempre aragonés.
Evaristo Torres Olivas
Alcaldes y concejales del PP en misa. Algún socialista también asoma el morro. ¡Qué mejor que mezclar la política con la religión! A veces me pregunto si no será el mismo cuento.
1 comentario:
Que nooo... que el Par no es nacionalista aragonés. ¡Si casi no lo es ni Chunta!
Y es que ser nacionalista de dos "naciones" distintas es complicado (o debería), y es lo que les ocurre a estos dos partidos. La chunta es republicana española. El par es español de Aragón y autonomista... porque le conviene.
El Par y sus militantes son tan españolísimos como los del PP, el Psoe, Iu, etc, etc... . Son nacionalistas, sí, pero nacionalistas españoles. El nacionalismo más extendido por esta parte del mundo y del que menos se habla... y cuando lo mentan excluyen deliberadamente a la mayor parte de sus miembros.
Lo del Par fue, y un poco es, pintarse la cuatribarrada 4 días, llevar el cachirulo y honrar mucho al icono católico llamado "virgen del Pilar". Así, con ese barniz, consiguen un nicho electoral... ¡y hala!, a hacer lo que todo el mundo sabe, que es el objetivo principal del 99% de los partidos políticos: pillar a manos llenas. Lo que ocurre con el Par es que su caso es taaaan flagrante, que eclipsa casi siempre a los demás (en Aragón); y eso que tiene ruda competencia.
El Par y CiU o el PNV (p. ej.)se diferencian en que estos últimos partidos sí se comportan como nacionalistas de sus respectivos pedazos de tierra. Ahora bien, el objetivo es el mismo que el del Par: crear un nicho electoral desde el que manejar y pillar perras. Lo que ocurre es que en Aragón un partido de derechas nacionalista no vendería un paraguas y en Cataluña o Euskadi y Navarra sí. Por eso adaptan el discurso a las circunstancias sociológicas locales para conseguir sus objetivos. Por supuesto, en todo este barro, algunos, de cualquier partido, se acaban creyendo algo de lo que dicen... pero mientras lo importante no falle lo demás es muy secundario.
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