“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 7 de mayo de 2013

Los valores cristianos

La derecha no quiere ni oír hablar de laicidad ni de asignaturas como Educación para la ciudadanía. Reivindican una educación cristiana, la tradicional, la de toda la vida, la nuestra.  La que nos enseña valores que han hecho grande a España, esa nación que hunde sus raíces en el origen de los tiempos, mantenida unida por la argamasa de la fe, el amor, la esperanza y el compromiso con los pobres. La Iglesia, nuestra madre, nos enseña el camino recto, la senda de la verdad. Los hombres y mujeres de provecho (bueno, los hombres especialmente,  porque para la Iglesia las mujeres solo sirven para parir y cuidar a los hombres) se han formado en las escuelas y universidades católicas. Don Luis Bárcenas, por ejemplo. Estudió  Económicas en ICADE, de los jesuitas. El tesorero del PP acumuló dinero en Suiza seguramente para regalárselo a los pobres porque fue educado en los principios cristianos de solidaridad, caridad y generosidad. También estudió Económicas en Deusto (otro feudo de los jesuitas) Alfredo Sáenz, ese gran banquero indultado por el Gobierno de Zapatero. Ahora acaba de dimitir (a la fuerza) del puesto de consejero delegado del Banco Santander, con una indemnización de más de ochenta millones de euros. Tanto ese dinero, como los más de diez millones de euros anuales que se venía embolsando, no crean que eran solo para él. Don Alfredo, educado en la austeridad cristiana, tiene suficiente con apenas unas monedas para comprar unas verduras, un poco de pan y una lata de sardinas. El resto lo reparte entre los más necesitados, no de su parroquia y de su vecindario, que están todos forrados, sino de los barrios más pobres de su ciudad, su país e incluso del extranjero.  Hay gente malpensada, entre los que no me encuentro, que piensan que tanto Bárcenas como Sáenz deberían estar hospedados en uno de esos hoteles con rejas, también llamado cárcel. Yo creo que las cosas no son lo que parecen y que el paso de estos dos grandes hombres por colegios y universidades que los formaron en la tradición católica, apostólica y romana ha hecho de ellos ciudadanos de provecho, un claro ejemplo de superación personal y de entrega a los demás.

Evaristo Torres Olivas

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