miércoles, 8 de mayo de 2013
La batamanta
No sé si recordarán que yo soy muy aficionado a comprar
objetos inútiles. No hace mucho, me compré una alcachofa de ducha con leds que
cambian de color cada cinco segundos. También me he comprado un molde de chapa
para que al freír los huevos no se desparramen por la sartén. Y un chisme a
pilas para cortar los pelos de las orejas que, en lugar de cortarlos, los retuerce y te hace ver las estrellas. El
más inútil de todos, un dispensador de jabón eléctrico. Al colocar las manos
debajo de la boquilla, reparte una dosis de jabón. Pero tiene un problema: cada
vez que enciendo la luz del cuarto de baño, el puto dispensador se vuelve loco
y derrama el jabón sin que haya ninguna mano debajo. En mi descargo he de
aducir que nunca me gasto más de seis o siete euros en tales porquerías. Eso me
ha prevenido de comprarme algunas como las que se muestran al final de estas
líneas. El primero, una batamanta de maestro Jedi, con dos bolsillos: uno para guardar
el teléfono móvil y el otro para el mando a distancia de la tele. El argumento
de venta no puede ser mejor: “Con la batamanta de maestro Jedi te verás
convertido en todo un personaje de ciencia ficción intergaláctica”. Echen
un vistazo a los dos pavos que aparecen en el video. Parece mentira que alguien
pueda comprarse eso después de ver ese anuncio, pero yo les aseguro que si
costase cinco euros, me lo compraba. Pero cuesta más de cuarenta. El segundo objeto totalmente prescindible es
un cojín con forma y color de jamón ibérico de bellota. Anuncian que “reproduce
de forma muy realista una pata de jamón
de tamaño natural en un almohadón blandito y achuchable, y no te pondrás
perdid@ [sic] de grasa cuando te des con él un revolcón en el sofá o en la
cama”. No me digan que no es algo con lo que siempre han soñado. Por menos de
veinticinco euros puede ser suyo. Estos
son solo dos ejemplos pero se ofrecen muchos más; por ejemplo, un retrovisor de
bolsillo, una funda para bocadillos, un
monedero Mimi Pochi o dos robots a cuerda “que funcionan como salero y pimentero.
Caminarán solos hasta el sitio de tu acompañante. Ya no tendrás que alargar el
brazo para pasar la sal”.
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A samugazos
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