“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 21 de marzo de 2013

La fiesta de Francisco

En la fiesta de entronización, o como carajo se llame la toma de posesión del papa Francisco, ha habido de todo, especialmente mucho cuento. De nuevo nos han inyectado otra dosis de propaganda  sobre la sencillez del señor Bergoglio, que pudiendo elegir un anillo de oro macizo, lo ha hecho de uno de plata dorada. También ha habido espacio para la demagogia: en el discurso, mitin, sermón u homilía, ha largado que hay que  acoger con cariño a toda la humanidad, "especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; esos a los que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado". Pero resulta que en entre las 132 delegaciones que han ido a hacerle la rosca, no había ningún hambriento, ni sediento, ni desnudo, sino gente maqueada, dictadores y otros famosos de dudosa reputación, entre ellos una delegación española que incluía dos príncipes, un presidente y tres ministros, con todos los gastos pagados por los españoles. Eso sí, la señoras que son reinas católicas gozan del privilegio de vestirse de blanco. Las demás, de negro, falda por debajo de la rodilla y nada de enseñar canalillo. ¡Cuánta gilipollez! Con lo bonito que habría quedado invitar a unos cuantos pobres, desdentados, harapientos, sucios y malolientes. Pero a los pobres, la Iglesia solo los quiere en sus discursos y en sus campañas de propaganda, allí donde no huelen ni molestan.  Todo por los pobres, pero sin los pobres. Todo de boquilla, que predicar no es dar trigo. La gran farsa, el espectáculo de lo indecente. Jefes de gobierno de todo el mundo, para desfilar delante de un señor que ha sido elegido por menos de ochenta personas de su secta, los mismos que eligen al censor Arrufat en La Cerollera. En el caso del senador censor, no estoy seguro de si también participa el Espíritu Santo en forma de paloma (o de cuervo). Es incomprensible cómo los dirigentes de todo el mundo pierden el culo por besar el anillo del representante de una institución anticuada, machista, sectaria, opaca, que se dedica a prohibir el uso de condones, los matrimonios homosexuales, la participación de la mujer y el castigo a los pederastas que visten sotana.

Evaristo Torres Olivas
Pobre rodeado de espíritus santos

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