“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 18 de marzo de 2013

Borregos de Dios

Puedo entender que alguien que se llame Cojoncio o Abundio intente cambiarse de nombre pero ya me cuesta más si te llamas Jorge y te pones Francisco, que es lo que hacen los papas. Es como un nick que se ponen para chatear desde el Vaticano. También se hacen llamar  pastor, que, como dice el periodista Arturo González, sería bueno que no lo utilizaran más porque eso querría decir que ya no nos consideran ovejas (o borregos, añado yo).  De todas formas, los misterios de la Iglesia no hay Dios que los entienda. Dice Arnal, y también la Asociación Católica de Propagandistas, que el papa es elegido por el Espíritu Santo. Si así fuera, no haría falta gastarse el dineral que se gastan los cardenales  en viajes, alojamiento, manutención y calefacción,  para ir a Roma. Con esperar a que el Espíritu Santo se manifestara ya sería suficiente. Pero según otros, el Espíritu Santo no pinta tanto como dicen. Ratzinger, cuando aún era cardenal, declaró lo siguiente a un periodista: "Al Papa lo eligen los cardenales. Unos movidos por el Espíritu y otros tal vez movidos por otros intereses... “.  Y don Joseph Aloisius Ratzinger, que así se llamaba antes de ponerse el nick de Benedicto, no se puede decir que sea precisamente un hereje. Yo me creo más la versión del alemán que la de Arnal y la de los propagandistas de la fe. Si uno repasa la trayectoria de los papas a lo largo de la historia, se dará cuenta que a alguna de esa basca, en la que había asesinos, puteros, ladrones y psicópatas, no la podía haber elegido ningún espíritu, y menos un espíritu santo. Pero el hecho de que sean los cardenales quienes eligen al papa tampoco justifica que tenga que fundirse tanta pasta para algo tan sencillo. Hoy en día, con Internet, videoconferencias, Facebook y Twitter, se puede votar, hablar e incluso simular la fumata blanca y la otra, sin necesidad de desplazarse. Si utilizaran esos medios, se ahorraría una pasta gansa que podría destinarse a llenar los estómagos de los pobres, construir escuelas, comprar medicamentos y distribuir condones para que la gente no se muera. Si algo así sucediera, tal vez cambiara de opinión y pensaría que el Espíritu Santo se ha manifestado.

Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Toda religión se basa en vivir del cuento vendiendo humo.

Qué mejor planteamiento empresarial que generar un problema y vender la solución.

Si además le eres útil a los amos del mundo para lavarle el cerebro a la población de tu área del globo, entonces ya... ¡negocio asegurado y redondo!

De todas formas, como sabemos, no son tontos. Poca gente se creería por las buenas toda la sarta de gansadas, mentiras, superchería y fantasía, además, bastante aburrida... pero las personas somos animalicos con una pizca de razón y conciencia de la propia existencia, nada más. Tenemos muchos miedos, muchas debilidades y, al fin y al cabo, esa pizca de razón es bastante modesta y fácilmente eclipsada por nuestros deseos, anhelos, emociones y sentimientos. Ahí es donde agarran todas las religiones: ofreciendo lo que no tienen ni pueden prometer, pero sabiendo que mucha gente prefiere creer que trascenderá, que hay algo más, que no todo se acaba, a usar la razón.

También influye mucho el ego y la estupidez de la especie que, en su singularidad, muchos de sus individuos piensan que el planeta está ahí para satisfacer los deseos de nuestra especie, que estamos por encima de los demás animales, por encima de todo, que tenemos derecho a hacer lo que nos dé la gana con todo. Eso lleva también a pensar, como idiotas, que tan magnífica criatura no puede quedarse, tras la muerte, en un montón de carne putrefacta. No, la estupidez y el desmedido orgullo humanos llevan a muchos individuos a pensar que hay algo más.

Y ahí tenemos, mientras, desde hace ya demasiado tiempo, a toda la caterva de parásitos, mentirosos, asesinos, pedófilos y criminales de las distintas religiones viviendo maravillosamente a costa del trabajo de los demás.