Estoy hasta la narices de las noticias sobre el Papa, se
llame este Francisco, Jerónimo o Wenceslao. Una cosa es que se informe sobre la
elección del nuevo encargado de la secta, y otra que se digan chorradas, una
detrás de otra. Que si antes de ser Papa viajaba en metro, que si se hacía la
comida y que si vivía en un apartamento pudiendo vivir en un palacio.
Majaderías. Eso lo hacen todos los días millones de personas en el mundo y no
aparecen en ningún periódico. También
han hablado ad náuseam de
su sencillez por no llevar ni armiño ni oro en su primera aparición desde el
palco del estadio (como el del Bernabéu) del
Vaticano. Gilipolleces. Lo normal es que desde el Papa hacia abajo, todos los
religiosos vivieran como pordioseros, para hacer honor a esa palabra y al oficio
al que se dedican. ¡Por Dios! La noticia y las críticas deberían ser por vestir
trajes que cuestan un huevo y zapatos que cuestan otro huevo, que viajen en cochazos o que viven
en mansiones, por las que, además, no pagan un céntimo en impuestos. La falta
de nada relevante que contar durante las horas y horas de cobertura de la fantochada
del cónclave, ha llevado a los miles de periodistas acreditados, a llenarnos la
cabeza con detalles sin interés sobre el número y los nombres de las monjas que
limpian el Vaticano y le hacen la cama al Papa, el afilador de la punta de la
lanza de la guardia suiza o el proveedor de bonetes y gayumbos de la curia. Todas esas chorradas en
lugar de cuestionarse que el Papa, elegido por menos de un centenar de secuaces
(más o menos como Arrufat para ser alcalde de La Cerollera o presidente de la
Diputación de Teruel), tenga la consideración de jefe de Estado, cuando lo adecuado
sería que la actividad de la Iglesia
estuviera encuadrada en el gremio del espectáculo, no sé si en la sección de
circo o de teatro. Es vergonzoso que una televisión pública haya dedicado tanto
tiempo y haya enviado a tantos enviados especiales para cubrir un acontecimiento
que consiste en esperar a que salga humo negro o gris por una chimenea y
mientras, dedicarse a repetir una y otra vez las mismas tontadas.
Evaristo Torres Olivas
Reunión de pobres en su humilde chabola
1 comentario:
Estos últimos artículo tuyos sobre el tema del nuevo mandamás del Vaticano son muy buenos, amenos, con gracia, dices muchas verdades y visto el bombardeo mediático sufrido yo diría que hasta saludables.
La casta política, la casta cardenalicia, la casta de los ricos...todo sigue como siempre.
ARB
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