Que los políticos discutan, debatan, se peleen con las armas de la dialéctica está muy bien. El discurso único, monolítico, es propio de las dictaduras. Lo que no está tan bien es que se recurra a la mentira, a la marrullería, al juego sucio. Y eso es lo que hace Vicente Guillén, nuestro diputado del PSOE. Le falta talla política e intelectual y le sobra mala virgen, mala fe y maldad a secas. No de otra manera se pueden entender sus declaraciones en una rueda de prensa convocada por el PSOE de Teruel para criticar el acto de autobombo que unos días antes habían protagonizado Pobo y Abril, el de la sonrisa pánfila. La mala baba de Guillén se ve cuando le recuerda a Carmen Pobo que “el informe de Transparencia International sobre las diputaciones sitúa a la de Teruel en el último puesto”. La información es correcta. ¿Pero acaso era mayor la transparencia cuando presidía la Diputación el censor Arrufat? No tenemos datos porque esta encuesta a las diputaciones es la primera vez que se hace. Sin embargo, a los ayuntamientos se lleva haciendo desde el 2008. Y si es cierto que el Ayuntamiento de Teruel ocupa en 2012 un puesto de vergüenza, el penúltimo, no es menos cierto que en los años en que gobernaban los socialistas con el PAR, los índices de transparencia en el Ayuntamiento estaban muy lejos del aprobado. Como también es cierto que quien va a llevar al Parlamento la Ley de Transparencia va a ser el PP y que el PSOE no fue capaz de de hacerlo en sus ocho años de gobierno aunque lo prometía en sus programas electorales. A Guillén habría que recordarle ese dicho popular que reza: apártate, que me tiznas, le dijo la sartén al cazo. Si mande el PP o el PSOE, los resultados en cuanto a transparencia son similares, podemos colegir que PP y PSOE son iguales en lo que atañe a informar a los ciudadanos; y, desgraciadamente, también son iguales en otros muchos asuntos. También podemos afirmar que sobran los políticos ventajistas y que necesitamos que nos representen personas honestas, que practiquen el juego limpio y que sepan exponer sus argumentos sin necesidad de recurrir a mentiras ni reprocharle al adversario político aquello que ellos mismos son incapaces de cumplir.
Evaristo Torres Olivas
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