“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 5 de noviembre de 2012

Los mercados y la chispa de la vida

La derecha y la Iglesia se erigen en defensores a ultranza de la familia. La Iglesia, además, defiende la vida comunitaria de los conventos y esas cosas. Está bien proteger a la familia. Y a la vida comunitaria. Si nos fijamos en cómo funciona una buena familia, veremos que el padre y la madre trabajan para sacar adelante a los hijos. Los hijos mayores ayudan a los más pequeños. Los más listos a los que tienen más dificultades. Si alguien  enferma, todos se sacrifican para cuidarle. En una familia que funciona, todo es de todos. Ningún progenitor sensato permite que el hijo mayor o el más goloso se coma toda la tarta de cumpleaños y deje a los demás sin nada. Y cuando los padres ya no están para muchos trotes, son los hijos quienes los cuidan. En una comunidad religiosa seguramente pasa lo mismo: nadie es más que nadie y todos colaboran por el bien del grupo. Aunque no he estado en ninguna, quiero creer que la hermana o el hermano cocinero no tienen más privilegios que el hermano o la hermana que cultiva el huerto o los que llevan la contabilidad o los que se dedican a otras tareas más “intelectuales”.  Y si la sociedad es la reunión de familias y de comunidades, debería regirse por las mismas leyes y principios: la solidaridad entre todos los miembros, nadie jode a nadie, los más capacitados ayudan a los que lo son menos, los mayores a los pequeños, los sanos a los enfermos, los hijos a sus padres ancianos. Pues no es así. Pizarro dice que nones. Pizarro y los entusiastas del libre mercado (menudo eufemismo). Para ellos, el que juega bien, gana, y el que no, pierde. El más brutote se puede comer toda la tarta y los demás que se jodan. El que más aviones de combate y tanques tiene puede robarle el petróleo a los que van en taparrabos  y con palos. Y si todavía creen en el cuento de que el mercado y la competencia son  los que mejor asignan los recursos y producen los mejores productos al menor precio para los consumidores, investiguen lo saludable que es la Coca Cola, lo que cuesta producir una lata de chispa de la vida y el precio al que se vende. Incluso Pizarro, que seguramente es un buen padre y un buen abuelo, sabe que cuanta menos Coca Cola beban sus hijos y nietos, mejor.  Y que venderla al precio que la venden, un robo. Claro que para ello,  en el mercado  libre y competitivo (jajaja)  de los mejunjes,  Coca Cola tiene una cuota mundial de más del 25%. El que le sigue, la Pepsi no llega ni a la mitad. Y cuando se domina el mercado de esa manera, pueden hacer lo que les dé  la gana y fijar los precios que quieran. De hecho el porcentaje del margen bruto de Coca Cola en el año 2011 superaba el 60%.

Evaristo Torres Olivas
En la familia, todo, aunque sea poco, se comparte
 

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