Evaristo Torres Olivas
viernes, 2 de noviembre de 2012
(Des)encuentro en la Uned. Capítulo cuarto y último. Carmen y Paco
Cuesta entender que una institución como la Uned de Teruel
esté dirigida por los políticos, pero así es. Cuando gobernaban los socialistas,
colocaron de director a Lázaro Polo y cuando la Diputación pasó al PP, Pobo
colocó a Ana Lafuente. A Lázaro Polo no le tengo gran aprecio personal, por
varios motivos. Cuando yo escribía en el DdT, don Francisco se despachó conmigo a gusto. No me molestó que me insultara, sino
que los insultos estaban basados en datos falsos: me llamó indiano pagado de sí mismo, militante fanático de una infernal turba
nutrida por peligrosos activistas, bobo ocioso e imbécil, entre otras
muchas cosas. Como periodista don Francisco demostró ser un zote. Pero escribe
bien. Especialmente si lo comparamos con su amigo Guillén. Y es un hombre
culto. Al contrario que su amigo Guillén. El otro motivo por el que no me gusta Lázaro Polo es porque es una
persona sin criterio: tan pronto pone a
parir a Labordeta como lo eleva a los altares cuando muere. Un día lincha a los
socialistas y al siguiente hace de alfombra de Mayte Pérez durante las
elecciones. Un veleta. Y con malas pulgas. Gente que lo conoce bien me cuenta
que no es mala persona pero que cuando se le desata la lengua, algo que le
pasa con frecuencia, es insoportable. Sin embargo he de decir que las dos veces
que asistí a la Uned durante su mandato, los actos organizados fueron de gran
nivel. Uno, una conferencia de Eloy Fernández Clemente, y otro, un homenaje al poeta Miguel Hernández. A gran
distancia del sarao organizado este año con Pizarro, en el que la nueva directora y
Carmen Pobo le dieron las gracias a todo
dios menos a Lázaro Polo. ¿Por qué? No lo sé, pero lo puedo imaginar,
conociendo a los dos actores principales: doña Carmen y don Francisco. La primera prescindiría de él sin
contemplaciones y sin darle ninguna explicación. Ni siquiera lo haría
directamente, sino por persona interpuesta. Es su estilo pedestre. Al otro se
le hincharía la vena y tal vez le dedicara a la presidenta alguna de sus
filípicas. Porque a don Francisco, que me consta que es una admirador de su
tocayo Quevedo, cuando se le desata la sinhueso tiene más peligro que un
borracho con una motosierra. ¿Cómo se arreglará el asunto? En los tribunales. Por ese motivo en la presentación del nuevo curso, Lázaro Polo ni estuvo ni se le esperaba. Ni siquiera se pronunció su nombre.
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A samugazos
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2 comentarios:
¡Lo que faltaba! Ahora a tocarle las pelotas a Paco Lázaro. Lo tuyo es de diván. ¡Con lo calladico que está Paco y tú a hurgar! ¡A ver si te contesta y tenemos un duelo dialéctico de alto nivel! ¡Qué tío, cuando no hay lío.... a buscarlo!
Pues para lo que ha dicho de él y nada... ¡tampoco hay tanto "lío"!
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