El fin de semana pasado estuve en Zaragoza. El domingo por
la mañana, paseando por el centro de la ciudad, me puse a mirar escaparates y a
leer las placas de los portales y los
rótulos en las fachadas de los negocios. Y a fotografiar todo lo que me
resultaba curioso. Como por ejemplo, la
casa de comidas a la que nunca invitarían a la familia real: La Republicana. A escasos metros de ese establecimiento, están la farmacia de don Manuel Plaza Mayor y la peluquería de Pascual
Sebastián, que además de cortar el pelo de los caballeros celebra tertulias . Tal vez
a esas tertulias asistan gente distinguida, como el agente de seguros exclusivo, don Roberto Azanza o Francisco, el hermano notario de Manuel Pizarro y nieto
de un general con malas pulgas que llamaba de tú a Franco. Curiosa resulta la
mezcla de saberes de la doctora Isabel Lasso: especialista en otorrinolaringología, medicina naturista y
obesidad. Una mujer con olfato. Dos placas nos muestran cómo cambian las
cosas con el tiempo: una antigua, gastada, de doña Conchita Ortega, corredor
de seguros, y otra, con grafía mucho más moderna, de una corredora de lo mismo, llamada Tremps. Hemos pasado de corredor a corredora, que es
más correcto. Lo que no está tan bien es ejercer una profesión seria y ponerse
de nombre Conchita; como tampoco
estaría bien que el jefe de Neurocirugía de un hospital se llamara don Pepito o la directora de una central nuclear
fuera doña Charito. Y mucho peor
está que en un escaparate frente al Pilar se anuncien tortas de beato y tetas de monja. En ese lugar lo que
corresponde es vender uniformes de cura, con la moda otoño-invierno en camisas
negras y kits de celebrar misa. Los
que no tienen perdón de Dios son los responsables de un centro de formación y
atención a personas sordas: el cartel que anuncia sus servicios está infestado
de faltas de ortografía; colocan las mayúsculas al buen tuntún. Pero todas
estas curiosidades no son nada comparado con
las dos bombas colgadas en una columna en el interior del Pilar. Tal vez dentro de
poco veamos a los curas celebrar misa con dos pistolas.
Evaristo Torres Olivas
Las dos últimas fotos no son mías sino copiadas de internet
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