“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 21 de septiembre de 2012

Nacionalismo(I)

Voy a dedicarles unas columnas a los nacionalismos, a las naciones de naciones, a las nacionalidades que son naciones y a las naciones que no son nacionalidades. Al berenjenal que tenemos.  A mí,  la emigración y la mili me hicieron antinacionalista. Cuando yo tenía seis años mis padres y yo nos fuimos al París de la Francia. Mi padre a la cadena de montaje de  la Citroën, mi madre a fregarles el suelo y los platos a cuatro familias francesas y yo a que me llamaran español de mierda en un colegio del distrito diecinueve. Por las noches, antes de la cena, nos pegábamos unas lloreras a moco tendido escuchando en un transistor a Juanito Valderrama cantando El emigrante. Entonces yo era patriota. Supongo. Años más tarde, sobre los once, seguía siendo emigrante pero dejé de ser patriota. Convencido. Por un lado pensaba que vaya mierda de país era España que nos habíamos tenido que marchar para poder subsistir y por otro pensaba qué merde es la France que nos trata a los españoles como  los vaqueros al ganado en las películas del Oeste. Y llegó, tras prórrogas y todo tipo de alegaciones para evitarlo, el momento de incorporarme al servicio militar. El de servir a la Patria. El obligatorio. El por cojones. Y si ya para entonces mi anti nacionalismo tenía ya cierta consistencia,  allí acabó de fraguarse y adquirió la solidez del hormigón armado. A unos mendrugos con uniforme y gorra de plato se les llenaba la boca de España y a nosotros  nos trataban a patadas. Y robaban a manos llenas: el carbón para la tropa se lo llevaban a sus casas,  la ropa militar destinada a los soldados rasos, nosotros, la vendían para el rastro; las trescientas pesetas que nos correspondían de sueldo, se inventaban excusas para descontarnos la mitad; se aprovechaban de  nuestro trabajo para arreglarles sus casas gratis y para hacer de criados. Y yo pensé: si esta basca son españoles y patriotas, yo soy anti español y apátrida. Algunos de los que me leen pensarán que mi planteamiento es simplista, poco elaborado, demagógico. Tal vez.  Pero al igual que hay niños que ven un avión y quieren hacerse pilotos o les lleva su abuelo a los toros y deciden que de mayores cortarán orejas y rabos, a mí me llevaron a Francia y a la mili y decidí que de mayor sería antinacionalista de cualquiera nación, que lo de la patria y todas esas mandangas son unos inventos destinados a joder al personal y a llamar extranjeros de mierda  a los niños. Y a la edad que tengo, ya no creo que cambie de opinión.

Evaristo Torres Olivas
La cabra de la Legión
 

4 comentarios:

Abogado dijo...

hAY QUE SER CIUDADANO DEL MUNDO Y PUNTO.

MAGISTER PEO dijo...

La mejor bandera, la blanca y la de las gaseosas de papel. Me gustaría ver al personal quemando su propia bandera, eso sí que mola, y no ver ovejas modorras con un trapo en un palote jaleando lo mejores que son o no sé qué. Los he visto con la bandera de España, la de Cataluña, la de Vascongadas, la de Aragón, y a unos jóvenes con corte de pelo a navaja, ellos, y pelazo Isabel Tocino, ellas, ondeando la del Vaticano. !Qué tropa!
Evaristo, cuando hagas el partido antipatriota, cuenta conmigo. Tengo una idea muy buena para el diseño de la bandera...

Luis Antonio dijo...

Mi opinión de los nacionalismos no es mejor que la tuya, aunque no hice la mili, sí tuve que venirme a Barcelona....
Los nacionalismos exaltados han llenado la historia de Europa de páginas negras...

Anónimo dijo...

Los nacionalismo exaltados y los no exaltados.
Démonos cuenta que tener "nación" no es en absoluto ni condición para vivir, ni para vivir mejor en sentido alguno.
Por tanto, teniendo en cuenta que el planeta está plagado de "naciones" (con estado o sin él), que el mundo y la mayoría de sus habitantes está a merced de los intereses de unos pocos, es fácil observar que la existencia de naciones, desde luego, si a alguien beneficia, no es a los de abajo.