Evaristo Torres Olivas
lunes, 24 de septiembre de 2012
Nacionalismos (II)
Todos los nacionalismos están basados en bolas y en trolas del tamaño de catedrales. El español, el catalán, el vasco, el gallego, el aragonés y el de mi pueblo, Villarquemado, si quisiera declararse independiente. Se inventan héroes, gestas, enemigos cabrones a los que los nuestros vencieron. El otro siempre es el malo y los nuestros los buenos. Los otros no nos quieren, nos tienen envidia y solo buscan nuestra destrucción y aniquilación. Además, se hace de cosas raras y absurdas como el errehache, el seny o la sorna, elementos diferenciadores que justifican que no debemos mezclarnos para no contaminar la esencia de nuestro ser. El nacionalismo es simplista, reduccionista e infantil: ellos malos, nosotros buenos, ellos están equivocados, la razón está de nuestra parte, con ellos, oprimidos, sin ellos seremos libres. Todos nuestros males son por su culpa y solamente cuando dirijamos nuestro destino seremos libres y alcanzaremos la prosperidad, la justicia y la igualdad. Eso dicen los nacionalistas. Y una mierda digo yo. Los nacionalismos, todos, son victimistas. Y los jetas nacionalistas aprovechan este victimismo para justificar o huir de cualquier responsabilidad por sus desmanes. Es más, pretenden convertir sus tropelías en actos heroicos al servicio de la patria. Como la Belén Esteban con su hija: “yo por Andreíta, mato”. Hay que hacer alguna matización, para diferenciar y distinguir unas acciones de otras. Equiparlo todo nos haría ser injustos. No es lo mismo que Jordi Pujol, para evitar que lo investigaran judicialmente por el caso Banca Catalana, levantara la bandera del nacionalismo y declarara que perseguirle a él era perseguir a Cataluña, que los secuestros, extorsiones y asesinatos de ETA. Como no es lo mismo que los nacionalistas españoles propongan el boicot al cava catalán a que quieran enviar al ejército a sofocar a tiros cualquier manifestación pacífica que pida la independencia. Por supuesto que no es lo mismo un jeta, una ladrón o un sinvergüenza que un asesino. Pero sí es idéntico el razonamiento por el que se justifica el latrocinio, la sinvergonzonería, el secuestro o la extorsión: si no nos ahogara la bota del Estado opresor, o si no quisieran desmembrar a la madre patria, seríamos unos pacíficos corderitos.
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A samugazos
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1 comentario:
Si no fuera por TODOS, nadie sería nada.
Mafalda.
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