“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 9 de agosto de 2012

La corriente y el enchufe

Anteayer hablaba de la necesidad de reformar el sistema de elección de nuestros políticos. El sistema actual ya se ha comprobado a qué resultados nos ha llevado: a ser uno de los países más corruptos de la UE, a ser líderes en desempleo, a no tener ninguna universidad que ocupe lugares de excelencia en el mundo y a no destacar en ninguna disciplina científica salvo en la del balompié de la Roja. Y el problema no está en un partido político, ni es un asunto de la izquierda o de la derecha. La corrupción, la incompetencia y la ineptitud se dan por igual en PP que en PSOE, en PAR o en CiU. Es decir, el problema es del sistema. Los partidos no eligen a sus dirigentes por los méritos que aportan sino en función de los contactos, de las familias a las que pertenecen y de los intereses personales.  Por decirlo en lenguaje científico: el ascenso en un partido depende de la electricidad: a qué corriente se pertenece y qué enchufe se  tiene. La inteligencia, la preparación intelectual, la experiencia pueden incluso ser un obstáculo para trepar por la escalera de mando. Todo lo contrario de lo que sucede en una empresa, en una universidad o en un centro de investigación serios. Que se hunda una empresa, una universidad o un centro de investigación es serio pero lo es mucho más que se hunda una ciudad, una provincia, una región o un país. Y sin embargo, los filtros y los controles por los que pasan los políticos son muchos menos exigentes que los que se dan en el sector privado. En ninguna empresa seria se pasa de ser un mecánico del montón a director general. En política sí. La prueba: Zapatero. En ninguna empresa seria se pasa directamente de conductor de carretillas a piloto de aviones o a ingeniero jefe. En la política, sí. La prueba: piense un poco y encontrarán decenas de ejemplos. Y lo peor del caso es que  estos ignorantes se comportan con el mismo orgullo que si hubieran llegado al puesto tras una brillante carrera académica y una dilatada experiencia profesional llena de éxitos. Por ese motivo, no les da vergüenza que todas las mañanas un coche oficial los recoja en su domicilio. Están convencidos de que se lo merecen. Como también creen merecerse el salario que perciben por el desempeño de una función para la que no están capacitados.

Evaristo Torres Olivas

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Evaristo:En la relación de corruptelas,echo de menos a I.U...¿Ha sido un lapsus?¿Lo crees así?

Eto dijo...

Se nota que no has leído mucho este blog. Aquí se ha repartido leña a diestro y siniestro. Que uno esté más cerca ideológicamente de unos partidos que de otros, no significa que se calle los desmanes de esos partidos.

Anónimo dijo...

Sí, porque hablando de corrupción y partidos políticos, a veces, no se libran ni los que no han tenido jamás ni un concejal en un pequeño municipio.

La debilidad humana no da margen: somos demasiado poca cosa para vivir de acuerdo a lo que pensamos como para, encima, decirles a otros cómo deben vivir.