“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 13 de junio de 2012

La economía y las gafas (1)

A los temas importantes les dedico varias columnas. Seis. No sé el porqué pero me salen siempre seis. Media docena le dediqué a nuestra presidenta de la Diputación de Teruel  y el mismo número a la tontada de la jura de bandera civil. Ahora le toca el turno a la economía capitalista. La mejor manera de explicar cómo funciona es por medio de un caso personal (que ya expliqué hacen unos meses en este blog). Hace un tiempo me dirigí a varias ópticas de Teruel para que me reparasen unas gafas. Tras echarles un vistazo, los avispados ópticos (¿vendedores?, ¿mercaderes?) me informaron de que no tenían arreglo. Ante tal diagnóstico de unos profesionales (¿?), encargué unas gafas nuevas. El óptico/vendedor/mercader me fue sacando los modelos Gucci, Mucci, Chucci, Dior y Adolfo del Golfo, que fui rechazando una a una por una sencilla razón: me niego a que me sableen  y además hacerles propaganda a los que lo mismo te diseñan unas gafas para la cara que unos calzoncillos para el culo. Aun así, entre los cristales reducidos y que si eran orgánicos y que si el anti rayado, antiniebla y ABS,  las gafas me costaron un huevo. Una vez pagadas, el “gafero” se ofreció para reparar gratuitamente las viejas, las que una semana antes no tenían arreglo. Y sigo llevando las gafas viejas, porque son mucho mejores que las nuevas. Este ejemplo personal sirve para ilustrar cómo funciona el capitalismo; de lo que se trata es de vender, de consumir, de acumular, aunque no se necesite. Según un estudio reciente, en cada hogar tenemos una media de cincuenta objetos, aparatos, chismes que no utilizamos, desde la sandwichera, el cuchillo eléctrico, hasta el descorazonador de manzanas o las gafas nuevas que son peores que las viejas. El capitalismo ha hecho realidad las frases de nuestros abuelos de que vale más el aparejo que el burro o que hay que vender el coche para comprar gasolina. A mí me costó menos comprarme una impresora nueva que los recambios de la vieja y me costó más arreglar los frenos de la bicicleta que el precio que pagué unos años antes por la bicicleta entera. Los motivos de estas paradojas, en las próximas columnas.


Evaristo Torres Olivas

3 comentarios:

Ariadna dijo...

Evaristo, eso es la obsolescencia planificada. Lo comerciantes/mercaderes/vendedores tienen una estrategia de temporalidad del producto. Hace ya mucho tiempo vi un vídeo que hablaba sobre ello y todo comenzó con las bombillas. Su larga duración hizo que las empresas americanas planificaran unas horas determinadas de uso pasadas las cuales la bombilla ya dejaba de funcionar. La bombilla de Livermore lleva funcionando más de 110 años ininterrumpidamente. Ya ves, acumulamos y acumulamos, pero yo en mi casa igual tengo 5 impresoras porque me salían más baratas que los cartuchos de tinta. Obsolescencia planificada..........

Ariadna dijo...

Se me ha olvidado poner el enlace sobre la obsolescencia programada. Es muy interesante
http://www.rtve.es/noticias/20110104/productos-consumo-duran-cada-vez-menos/392498.shtml

Anónimo dijo...

Ariadna:
Es mas fácil, busca en google "obsolescencia programada". 433.000 resultados......