“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 27 de marzo de 2012

Números gordos

Por un lado está el método científico que todo lo calcula y lo mide con rigor y precisión, en micras, nanosegundos y microamperios,  y por otro lado el método a bulto, a ojo o a la buena de Dios que calcula en puñados, jemes, montones y pasos. Cada método tiene su utilidad y no siempre uno es mejor que otro. Depende del cuándo y para qué. Incluso los ingenieros y arquitectos utilizan los formularios de Números gordos para hacer cálculos aproximados en proyectos y estructuras para así ahorrar tiempo y presupuestar sin marrarse demasiado. Más adelante ya ajustarán con los números finos. En otros casos, lo aproximado puede ser un timo. Imaginen que el tendero, en vez de a euro el kilo de algo nos lo pone a cuatro el puñado. Los más aficionados a los números gordos son los políticos. Algunos incluso lo convierten en lema de su estilo político. José Ángel Biel, por ejemplo. Cada vez que le hacen preguntas concretas, contesta que él muele gordo. En unos casos la ambigüedad en las respuestas obedece a que el político nos quiere timar, engañar como el tendero que vende las telas a jemes. Pero en otros casos se trata de ignorancia y de incapacidad, como cuando nuestra presidenta de la Diputación de Teruel afirma  que “ayudará todo lo que pueda” o que “colaboraremos a tope”. Pero el premio a la desfachatez, la cara dura y la tomadura de pelo se lo lleva Juan Francisco Trujillo, chófer de Francisco Guerrero, el exdirector general de Empleo de la Junta de Andalucía. Entre él y su jefe se esnifaban 25.000 euros de dinero público todos los meses. En sus declaraciones a la juez, confesó que recogía sobres de “más de dos dedos de grosor y menos de tres” con “billetes que se notaban grandes”. Nos encontramos ante un sistema mixto, entre el método científico y el “a ojo de buen cubero”. Si bien usa una unidad de medida rudimentaria, es capaz de precisar y acotar: no dice dos dedos sino más de dos dedos y menos de tres. A esos se le llama ganas de colaborar con la justicia. Aunque bien mirado, tampoco aclara demasiado porque hay dedos que son finos como los mini fuets de Campofrío y otros gordos como morcillas de Burgos.

Evaristo Torres Olivas


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