“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 26 de marzo de 2012

Ni tanto ni tan calvo

Don Ángel Cristóbal Montes, profesor y político polémico que estuvo en el PSOE, el CDS y el PP, ha vuelto a escribir un artículo en el Heraldo de Aragón – 22 de marzo – de los que hacen pensar. Lo titula Sociedades demasiado informadas. Para defender su tesis, se apoya en dos intelectuales muy conocidos: Jürgen Habermas, filósofo alemán autor de La teoría de la acción comunicativa y Walter Lippmann, periodista norteamericano ganador en dos ocasiones del Pulitzer.  Por una parte, hablando de información, parece sensato y conveniente pensar que una opinión pública informada ejerce de contrapeso del poder político, según nos dice Habermas. En el pasado no era así: solamente unos pocos tenían acceso a la información. Por otra parte, un atracón de información es imposible de digerir, con lo que el ciudadano, en lugar de estar informado, se desinforma y no tiene los conocimientos necesarios para actuar de manera racional. Esto es, nos dice don Ángel Cristóbal, lo que Lippmann llamaba público fantasma, un público que no existe porque no tiene opiniones. En definitiva que tan malo es no tener información como tenerla en exceso. Yo a esto añadiría otro elemento para la reflexión: la calidad de la información. Hoy con unos medios concentrados en pocas manos que vomitan propaganda al servicio de los dueños del cotarro y de los grupos que les pagan, con un internet y unas redes sociales que eyectan palabrería sin digerir, es difícil saber si lo que leemos y vemos es cierto o corresponde a una campaña de intoxicación. No menos importante es la información que se calla, se oculta o se difunde no en el momento en que se produce el hecho sino cuando interesa a los que la distribuyen: no es raro que en periodos electorales los partidos saquen a relucir mierda del adversario no del momento actual sino de hace años. Y finalmente, estaría la cobertura que se hace de cada uno de los agentes que actúan en la sociedad: de unos nos inundan a información y de otros apenas se habla y si se hace es para cubrirlos de porquería. ¿Hemos progresado realmente desde que en los pueblos, no hace tantos años, solamente había un teléfono y ahora en el centro de Teruel, en menos de doscientos  metros nos encontramos con cinco tiendas de telefonía móvil?

Evaristo Torres Olivas 
Ni tanto ni tan calvo
 

3 comentarios:

Trallero dijo...

Hoy en día los medios son las avanzadillas, las vanguardias de los partidos; inducen, guían, e incluso marcan el camino a seguir; regañan al político del partido afín que se sale de la senda correcta y tratan de reconvenirlo para que no desbarre. Trabajan siempre en clave electoral, tratan de influir en el votante al que consideran una marioneta susceptible de ser manejada pero no por ellos, que son poseedores de la verdad y del buen criterio, sino por el periodista, por el partido, del otro lado. Unos lo hacen sin complejos, otros tienen un proceder más retorcido; los más sibilinos, los medios públicos

Abogado dijo...

Hoy mismo sale en Heraldo de Aragón una entrevista a Gervasio Sánchez la cual resalta estas palabras:"los medios ya no vigilan el poder, han pasado a ser sus amigos privilegiados". Con esto está todo dicho.

Anónimo dijo...

Los medios, los que llegan a mucha gente, son herramientas en las manos de quienes tienen el poder.
Estos, a su vez, los emplean de manera que, en el caso español, hagan girar todo lo político alrededor del Pp, del Psoe y otros, sus empleados.
No es sólo ya mentir, ocultar, manipular y trampear de mil maneras, sino también saturar al individuo medio, mantener su atención fija en asuntos, batallitas y polémicas que, en realidad, ni le van, ni le vienen, ni puede controlar.
Pero así se evita efectivamente que pueda tomar un camino hacia combatir sus males.