Ya está en marcha la ley de transparencia. Ya era hora. Así lo ha decidido el Consejo de ministros. Ahora falta llevarla al Parlamento, dicen que para julio, y después elaborar el o los reglamentos. Ya veremos en qué acaba la cosa, si en una ley útil para atajar la corrupción y la sinvergonzonería de muchos políticos o en una chorrada light que no sirve para nada, como las leyes descafeinadas contra el transfuguismo y otras engañifas con las que la casta política pretende anestesiar al pueblo. Demos un margen de confianza al PP (a mí me cuesta mucho darle un margen de confianza al PP). Y saquémosle los colores a los condottieri del PSOE que en dos legislaturas no han sido capaces de sacar adelante algo que prometieron. Una democracia sin transparencia es como un verano sin sol o un niño sin un juguete. Y es que a los políticos les cuesta soltar información. Para mangonear a su antojo. Y luego se extrañan de que la suya sea una de las profesiones más desprestigiadas, por delante de la de mafioso, chuloputas y cobrador del frac. Por eso y por otros motivos: la de político es la profesión que exige menos para poder ejercerla. Menos que limpiador de retretes, fregadora de escaleras o tasador de borricos. Y los políticos lo saben y como les da vergüenza que los ciudadanos nos enteremos, ocultan su formación y su experiencia o simplemente mienten. Es lo que hacen Esmeralda Iranzo y Carmen Pobo. Sus ocultaciones y mentirijillas me recuerdan al merengue ese cuya letra dice: Todo el que va a Nueva York/Se vuelve tan embustero/Que si allá lavaba platos/
Dice aquí que era platero. Si leemos el currículo de Carmen Pobo en la web de las Cortes de Aragón, podríamos decir: Desde que Carmen se metió en política/ Se ha vuelto tan embustera/ Que si antes cuidaba “muchichos”/Ahora dice que era pediatra o puericultura. Y yo lo entiendo porque da mucha vergüenza ser presidenta del PP y de la Dipu de Teruel, parlamentaria autonómica, pasearse con coche oficial y chófer y pretender arreglar Teruel, con un título de técnico auxiliar en jardín de infancia. Aunque también podría ser, como contaba Raquel Fuertes en una excelente columna en el Diario de Teruel del día 23 de marzo que esta gente se creen “seres superiores que están sobradamente preparados”.
Evaristo Torres Olivas
Cuando este señor se meta en política escribirá en su currículo que ha sido cajero
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