“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 25 de octubre de 2011

Valientes a lo tonto

Cada cual puede jugarse vida como le dé la gana. Puede correr a trescientos por hora encima de una moto o ponerse con alpargatas y medias de color rosa delante de un toro negro. También puede jugarse el tipo apagando el fuego en un colegio o desactivando una bomba en un centro comercial. Yo lamento todas las muertes, pero unas más que otras. Perder la vida delante de un toro o en un circuito de motos son muertes inútiles. Perderla apagando un fuego o desactivando una bomba son muertes que querían ser útiles salvando la vida de otros. En los cuatro casos hace falta ser valiente. Pero hay valientes con causa y valientes sin causa. Hay valientes que producen admiración y otros que dan pena. Y pena me ha dado el torero Juan José Padilla. Sufrió el pasado día 7 una terrible cornada en Zaragoza que le ha dejado la mandíbula de medio lado y un ojo a la virulé. Va a necesitar mucho tiempo para recuperarse y  no lo tiene fácil. Ojalá lo consiga. Me cuesta entender algunas de las afirmaciones pronunciadas en la rueda de prensa a la salida del hospital. Lo primero que ha dicho: “gracias a Dios y a la Virgen del Pilar por echarme un capote en un momento tan preciso”.  Le dejan la cara hecha fosfatina y da las gracias. Nunca he entendido a la gente esa que pase lo que pase, le dan gracias a Dios. Si pierden una pierna dan las gracias a Dios porque podía haberlos dejado sin las dos. Es curioso constatar lo benevolentes que son los creyentes con Dios y lo intolerantes con sus congéneres.  Pero Juan José Padilla aun ha hecho otras declaraciones en la rueda de prensa; esta por ejemplo: “Porque un toro me haya pegado esta cornada no le voy a guardar rencor ninguno". Me da la impresión de que al pobre hombre, además del ojo y de la mandíbula, también le ha afectado a algo más. ¡Cómo se pueden decir esas chorradas! Además de no guardarle rencor al toro debería  darle las gracias, en lugar de a Dios y a la Virgen del Pilar. Pudiendo haberle rebanado la yugular o atravesado el corazón, solamente le ha dejado la boca torcida y la persiana de un ojo bajada. Muchas mejores intenciones que él, Juan José, que desde que entró en la plaza, su único objetivo era acabar con el toro, clavándole una espada en todo lo alto. Y además pretendía que lo aplaudieran por ello.
Evaristo Torres Olivas
Foto Heraldo de Aragón

1 comentario:

Anónimo dijo...

Podríamos hablar sobre si es lícito que te multen por conducir sin cinturón de seguridad pero, en coherencia, también deberían multar por jugarte la vida delante de un toro, sea en la plaza o en nuestras calles.
De la misma manera, cuando fallece un policía en acto de servicio, es objeto de toda clase de homenajes; cuando muere un obrero en el tajo es despreciado y ninguneado, siendo tan sólo un número estadístico y, casi siempre, sin castigar a los culpables de su muerte, que, en muchos casos, los hay.