El dedo de Dios

Magnífica la entrevista al clavico del abanico, José Ángel Biel, publicada el pasado domingo en el Diario de Teruel. Una buena entrevista es la que consigue que el entrevistado se retrate él solico sin que el entrevistador recurra a artimañas y trucos para ridiculizar al personaje. El clavico del abanico, también llamado el que muele gordo, no necesita a nadie para caer en el ridículo. Él solo logra forjarse una imagen que es una mezcla de cacique de pueblo y el peor  Paco Martínez Soria. Todo cuanto se ha hecho en Teruel se lo atribuye él: Motorland, Óvalo, la plaza del Torico, Dinópolis, el ascensor de san Julián, Caudé. Ya no hay más que hacer según afirma Biel: “Yo creo que lo hemos hecho ya casi todo”.  En realidad, ese “hemos” significa que lo ha hecho él solico. Es un plural mayestático, propio de reyes, papas y dioses.  Si Dios creó el mundo en seis días y al séptimo descansó, Biel es nuestro dios local, el que creó Teruel en seis legislaturas y a la séptima le toca descansar y tocarse los huevos durante el resto de la eternidad. Porque ahora anuncia que ya no se presenta más, que se retira.  Está cabreado porque, afirma, en las elecciones no se lo han reconocido, que esperaba una “pequeña compensación”.  Y poco menos que trata de inútiles a los ciudadanos porque en la encuesta del CIS sale como el político aragonés peor valorado: “Que vayan aprendiendo” contesta cuando el periodista le pregunta si el ciudadano no entiende nada. Pero a don Ángel, como a los dictadores, lo que piense el pueblo le trae sin cuidado: “Me da igual. Yo hago el trabajo que tengo que hacer, sepa bien o sepa mal”. Se comporta como el Dios del Antiguo Testamento, un dios con mala hostia, vengativo. Habrá que tener cuidado con él, no vaya a ser que en uno de esos ataques de ira, de su dedo salgan rayos y centellas y fulmine todo el fruto de su creación durante estos años.   Que los dioses, a las buenas son muy buenos, pero los coges de malas y lo mismo te piden que te cargues a tu hijo con el hachón y se lo ofrezcas en sacrificio, que te convierten en estatua de sal o te mandan una plaga del copón. Lo mejor que podemos hacer es ofrecerle una plaza a don José Ángel: que la plaza del Torico, esa de las lucecicas de puticlub, sea renombrada como plaza del Clavico del Abanico. Que así sea. Amén.

Evaristo Torres Olivas

Biel dando los últimos retoques a la provincia de Teruel