Decía Jorge Manrique que “nuestras vidas son los ríos y que van a dar en la mar, que es el morir”. Y que cuando se estira la pata todos somos iguales, “son iguales los que viven por sus manos y los ricos”. Es una hipótesis como otra cualquiera y mientras no resuciten un pobre y un rico y lo confirmen, no dejará de ser una simple suposición. Y ni siquiera así, porque el método científico nos dice que un solo caso no es suficiente para probar nada aunque sí lo es para rechazar una teoría. Es parte de la naturaleza humana hacerse preguntas sobre dónde va uno a parar. Manrique lo tenía claro y lo dejó escrito. Yo también me hago preguntas sobre dónde van a parar las personas. Por ejemplo los políticos, una vez que estiran la pata en la política. ¿Adónde irán? Y cuando uno siente la curiosidad, lo mejor es ponerse a investigar e intentar llegar a una conclusión que tranquilice nuestra curiosidad. El ser humano necesita respuestas a sus preguntas. Y ayer encontré, de forma resumida, respuesta a mi pregunta sobre el cementerio de los políticos. Lo cuenta Ignacio Escolar en Público. Felipe González y José María Aznar yacen en Gas Natural y en Endesa. Pedro Solbes descansa en paz en Enel y en el banco Barclays. En Red Eléctrica Española reposa Miguel Boyer. En sendos nichos de FCC encontramos a Nicolás Redondo Terreros y a Marcelino Oreja. En Petronor, a Josu Jon Imaz y en Repsol a Luis Carlos Croissier. Aconsejan a los vivos del Santander los cadáveres políticos de Isabel Tocino y Abel Matutes. Los restos de Rodrigo Rato reposan en una caja: Caja Madrid. Para hablar con el más allá, en Telefónica está Eduardo Zaplana. Para construir autopistas hacia el cielo, tenemos a Miquel Roca en ACS y para que en el camino hacia el descanso eterno no nos falte agua potable, nos encontramos a Josep Borrell en Abengoa. Hay muchos más y ello podría llevarnos a sostener la teoría general de que todos los políticos aprovechan el tiempo no para buscar el bien común sino para buscar el suyo propio. Pero el método científico es muy puñetero. Basta un solo caso para echarla por tierra: Julio Anguita volvió a sus clases de profesor de Historia cuando dejó la política. ¡El puñetero método científico!
Evaristo Torres Olivas
Es verdad, a veces la ayuda puede venir desde muy arriba
13 comentarios:
Todos los que nos gobiernan son empresarios o amigos de empresarios. Esa es una de las explicaciones de porqué a los trabajadores les va cada vez peor.
Y claro, dadas las ideas de un empresario, así se gestiona la economía española... .
Esto demuestra que las generalizaciones no son buenas, y que el desprestigio de la clase política que hoy en día estamos llevando a cabo, no es justo ni aplicable para todos.
Gerardo Iglesias, antecesor de Anguita, volvió a la mina
a mi de todas maneras me importa más lo que hagan mientras "están vivos", que donde vayan a parar sus cadáveres. Al fin y al cabo lo que afecta al pueblo llano directamente es lo que concierne a la política. Lo que puedan hacer en sus "puestos fúnebres" ya se escapa de las pequeñas manos del populacho.
No estoy de acuerdo. Lo expolíticos cuando se van a las empresas privadas no van a un retiro dorado, sino a seguir jodiendo la marrana. Zaplana en Telefónica o Tocino en el Santander ´harán lobby con sus contactos políticos para que no bajen las tarifas o las comisionones. Les pagan para eso.
y crees que esas empresas permitirían que estuviera en ese puesto una persona de "a pie"?
A lo que yo me refería es que, mal que nos pese, en ese aspecto hoy en día no podemos movernos. Es decir, podemos quejarnos y podemos intentar cambiar muchas cosas, pero eso son ya altas esferas que costará años alcanzar.
Si D. Julio no está enchufao en ningún consejo de administración no es por bueno, sino por comunista. Sería como meter al Pijoaparte de asesor espiritual de las jóvenes ursulinas. Estoy seguro que a él gustarle.. le gustaría, pero la madre superiora no lo llama ni harta de moscatel.
http://www.youtube.com/watch?v=UtTW72F8xo0&feature=player_embedded
Pues será por eso, pero al Fidalgo de CC.OO. sí lo fichó el Instituto de Empresa, una escuela de negocios que forma a los que dirigen las empresas. Por cierto, yo cursé un máster en ese centro, con el rimbombante nombre de Executive MBA, que le costó un huevo a mi empresa. Lo que pasa es que yo les salí rana y no apliqué las enseñanzas recibidas, sino que me sirvió para ponerlos a parir. Un desagradecido eso es lo que soy.
Primero y principal. Intentar por todos los medios no tener que volver a ningún sitio. Donde se está bien... buen rato.
Un ejemplo bajoaragonés:
http://mestizo.blogia.com/2011/060602-objetivo-post-electoral-si-no-es-molestia-salven-mi-puesto-.-por-el-sr.-m.-ponz-.php
Evaristo, decías que "Zaplana en Telefónica o Tocino en el Santander ´harán lobby con sus contactos políticos para que no bajen las tarifas o las comisionones", totalmente de acuerdo pero no solo en esa dirección, en la contraria también, es decir; los "contactos políticos" haran lobby con Zaplana, con Tocino, con Javier de Paz, para que cuando les toque abandonar la política, álguien en esas empresas, los tenga en buena consideración.
Evaristo, pues será por eso. Porque el Sr. Fidalgo estaba muy agustito en el sistema. Ahora les estará enseñando a los cachorros neoliberales cómo torear a los sindicatos, que yo no entiendo, pero difícil no parece.
Solo un ex sindicalista está sobradamente preparado para impartir el master “Sodomiza al sindicato sin vergüenza y sin recato”, que está teniendo mucho éxito por los circuitos chachi empresariales.
No sé a vosotros, pero a mí, cuando pienso en estas cosas, me pica todo...
Podría concluirse que, hay un pequeño porcentaje de gente (unos miles en el estado español) que alimenta y copa todos los puestos altos públicos y privados.
De ahí, que ese grupo de gente sea el que corta el bacalao. El ser diputado o consejero delegado son dos caras de la misma moneda.
Ya conocemos el pensamiento y actos de la mayoría de los "consejeros delegados" que en el mundo son, si asumimos que éstos son también buena parte de "nuestros" políticos... es para echarse a llorar.
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