Lo que no puede ser, es imposible

Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. O de un tonto, sólo se pueden esperar tontadas. Hace dos días, expresaba mis dudas sobre lo que pudiera decir Eva Almunia sobre economía en el ciclo del Círculo aragonés de economía. Al día siguiente, el Diario de Teruel publica una noticia de la agencia EFE para informar de lo que efectivamente dijo doña Eva: tontadas.  Si lo que se publica es lo más relevante, ya se pueden imaginar cómo sería el resto que no se ha publicado. Analicemos algunas de las afirmaciones de nuestra “aspiranta” a capitana de la tropa aragonesa. La prioridad de Almunia es que “Aragón siga en el camino de la recuperación”. Brillante. Genial. La misma genialidad que muestra el médico cuando  dice que su prioridad es que se cure el enfermo. Porque si la prioridad fuera matarlo, estaríamos hablando de un asesino y no de un médico. También afirmó la señora Almunia que “hay que promocionar la actividad económica de una forma responsable”. Para decir eso se necesitan muchos años de estudio y una dilatada experiencia. Llegar a esa conclusión no está al alcance de cualquiera. Como tampoco está al alcance de cualquiera afirmar que “se creará empleo cuando se creen más empresas y se crearán más empresas cuando se movilicen los recursos de toda la región, con decisión”. Lo de  “con decisión” es muy importante porque si se hace con desidia y dejadez, ni se movilizan recursos, ni se crea empleo ni hostias. Pero cuando de verdad se ha notado la rasmia y el empuje de nuestra “aspiranta”  ha sido al sentenciar que “la educación es clave para la recuperación económica y por eso se pretenden alinear las necesidades de los sectores productivos con el proceso del conocimiento”.  Traducido al lenguaje llano quiere decir que debemos formar a ingenieros capaces de medir con precisión el perímetro de las cabezas para evitar que tanto Arrufat como yo no podamos encontrar en las tiendas una boina del tamaño de nuestra mollera. Los fabricantes aragoneses pierden  dos clientes, y  Arrufat y yo nos vemos obligados a embutirnos una chapela fabricada en el País Vasco, con la consiguiente repercusión en el PIB de Aragón.

Evaristo Torres Olivas